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    Sábado, 01 de Febrero, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica


    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo



    Dulce Hogar del PADRE desciende, cuando sus hijos (tú, bautizado en agua) coman leche y miel pronto:


    Intranquilo, el Rey David llamó a Natán el profeta para dejarle saber que él
    estaba viviendo en una casa hermosa y gloriosa, agradándole a todos, hecha de cedro, pero nuestro Padre celestial estaba viviendo en una tienda, que tenía que ser desarmada
    y luego armada, cuando tenían que ir de lugar en lugar, y en su corazón tenía levantar una casa para Él. Además, David no solamente él estaba viviendo en un palacio hermoso, hecho del mejor material de aquellos días, como el cedro, aún más, los
    líderes israelíes también tenían sus casas hermosas, pero nuestro Padre celestial no tenía la suya para vivir entre sus hijos, por ello, David estaba dispuesto a crearle una a Él más hermosa que la de todos sus contemporáneos.


    Ciertamente: Esta casa seria fabricada con los mejores materiales de aquellos días, como el oro, la plata, el bronce y muchas piedras preciosas, además de la mejor madera, como la acacia y otros, por ejemplo, por ende, él tenía que ahora encontrar a
    toda la gente que pondrían sus manos a la obra, fabricándola entre sus hijos en Israel. A tiempo, el profeta Natán le aviso a David, que nuestro Padre celestial estaba con él, y que Él lo ayudaría, porque lo que estaba en su corazón para
    fabricarle su casa, como el Dios de Israel, era un pensamiento muy santo, y que
    él debería seguir adelante con sus planes sin reservación alguna o impedimentos, lográndolo todo pronto.


    Prudentemente, Natán el profeta le aviso a David, que todo el pueblo de Israel
    estaría de acuerdo con él para levantar el Templo o palacio para nuestro Padre celestial entre ellos, sus hijos, porque ellos siempre querían amar, servir y alabarlo a Él
    y a su santo nombre fuego en medio de Israel para siempre. Además, Natán pensó, que era una gran idea, que David tuviese en su corazón de crear una casa para nuestro Padre celestial, en donde Él tendría un encuentro personal con cada uno de ellos
    no solamente con él, como Rey de Israel, pero igualmente, las familias necesitaban tener una relación más personal cada día con Él y con su santo nombre fuego.


    Y aquí es, cuando nuestro Padre celestial le dijo a Natán en aquella noche: Tú, ve a decirle a David: ¿Qué, tú serás el que me edifique a mi casa en medio de mis hijos de la casa de Israel—tú que ha derramado tanta sangre en todas tus batallas
    que tú has tenido en contra de mis enemigos de siempre? Ciertamente no: Tú no
    edificaras mi casa entre mis hijos en Israel, pero tu hijo lo hará, y este es,
    su Hijo Jesucristo, Yeshua, porque él será mi Hijo, haciendo mi perfecta voluntad, así como
    siempre ha sido en mi corazón en la gloria celestial para con las huestes angelicales, y en la tierra él la establecerá al fin perpetuamente entre las naciones.


    Aquí es cuando, nuestro Padre celestial decidió, intentarlo con Salomón, primeramente, naciendo como rey de Israel igualmente, después que su padre David había fallecido, y así, su hijo fabrique su casa entre todo Israel, porque él no ha derramado
    sangre como su padre, para que su santo nombre fuego viva en Israel al fin eternamente. Entonces, cuando David finalmente falleció, él ya había nombrado a su hijo Salomón rey de Israel, reemplazándolo a él, porque nuestro Padre celestial lo había
    escogido para que le fabrique a Él su casa para su santo nombre fuegos esté en Israel, y así, sus hijos puedan acercarse a Él con perfecta santidad: amándole, sirviéndole y adorándole a Él por una vida entera.


    Realmente, el material que David había recogido durante sus días de naciones enemigas, que él había derrotado en sus batallas, emergiendo victorioso sobre
    ellos siempre, porque nuestro Padre celestial estuvo con él, entonces, él recogió grandes
    riquezas para usarlas en la construcción del Gran Templo, que se necesitaba en
    Israel para Él vivir con sus hijos amado grandemente por una eternidad entera.
    Entonces, el rey Salomón empezó a usar todas esas riquezas de oro, plata, piedras preciosas
    y otros materiales importantes, como madera para empezar la fundación del Templo en Israel, que las familias de Israel deseaban tener para empezar a amar, servir y adorar a nuestro Padre celestial, como jamás Él había sido amado, servido y adorado
    antes por ellos.


    Ciertamente, Salomón trabajó hacia la construcción del Gran Templo para nuestro Padre celestial, para que Él tenga un hogar entre sus hijos en Israel,
    y así, su santo nombre fuego pueda ser amado, servido y adorado por ellos en todo Israel y entre
    las familias de las naciones igualmente, porque Él necesitaba tocarlas con la salvación eterna de su altar eterno por toda la tierra. Verdaderamente, Salomón usó los materiales que él había heredado de su padre David, pero igualmente, él pudo
    obtener la mejor ayuda posible y de la mejor madera de una nación amiga a Israel, y así, él pudo construir el Gran Templo para nuestro Padre celestial con la mejor tecnología posible en aquellos días, impresionando así finalmente al mundo entero
    con él y sus bendiciones milagrosas.


    A tiempo, cuando Salomón terminó en construir la casa de nuestro Padre celestial en Israel, que su padre David había siempre soñado construírselo a
    Él y su santo nombre fuegos, y así, sus hijos puedan tener una relación muy íntima con Él y su
    santo nombre fuegos sobre su altar, entonces, el Señor se le apareció a él en sus sueños. En verdad, nuestro Padre celestial había sido impresionado con
    el Templo que Salomón y su gente habían construido para Él, y para gloria de
    su santo nombre
    fuegos, viviendo siempre entre sus hijos en todo Israel, y así, Él tenga siempre esa relación íntima y constante, que él necesitaba tener con todos ellos, conquistando así todas las familias de las naciones al fin.


    En su sueño, que Salomón tuvo con nuestro Padre celestial, entonces, a él se
    le pregunto, qué era lo que él deseaba que Dios hiciese por él, y su respuesta fue, que él necesitaba tener sabiduría para reinar sobre su pueblo,
    porque ellos eran
    muchos para gobernarlos y, además, él se sentía muy joven para hacerlo todo por sí solo. Misericordioso, nuestro Padre celestial le contestó a Salomón, entregándole sabiduría para reinar sobre su pueblo, que era imposible gobernarlos con la
    sabiduría normal del hombre, pero igualmente, poder, gloria y grandes riquezas
    le entregó a él, además de sabiduría, y así, él reine sobre sus hijos con
    sabiduría desde el cielo arriba: amando, sirviendo y adorando su santo nombre fuegos toda su
    vida.


    Realmente, nuestro Padre celestial le entregó a Salomón todo lo que le pidió, y fue sabiduría para reinar a toda una gran nación dispuesta a amar, servir y adorarlo a Él y su santo nombre fuegos en su Templo: Tocando familias
    de las naciones con su
    amor infalible, derramándose desde la gloria celestial, y hasta salvarlos a todos ellos por toda la tierra eventualmente. Ahora, nuestro Padre celestial tenía que responderle a la oración de Salomón, concediéndole no solamente sabiduría para reinar
    sobre Israel, pero igual, entregarle a él todo lo que iba a necesitar en todo su reinado en Israel, y así, él lleve a sus hijos a su Altar para amar, servir y adorar su santo nombre fuego, salvando la tierra entera de su pecado postreramente.


    En otras palabras, nuestro Padre celestial le concedió a Salomón: sabiduría,
    riquezas, glorias y poderes, que Él le proveería a su Hijo Jesucristo y a su Espíritu Santo postreramente, naciendo de sangre de David, y así, él no solamente lleve a
    sus hijos a amar, a servir y a adorar su santo nombre fuegos, tornándolos a ellos en su Templo eterno en Canaán postreramente. Ya que, nuestro Padre celestial no estaba buscando por una casa en la tierra, como en Canaán, por ejemplo, hecho de oro, de
    plata, de piedras preciosas y de otros materiales, como madera: más bien, Él buscaba un hogar hecho de la carne sagrada, de los huesos inquebrantables y de la sangre expiatoria de Isaac, quitando el pecado del mundo en un día eternamente.


    Verdaderamente, nuestro Padre celestial había llamado a Abraham a recibir la roca de salvación para que él sacrifique tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, salpicadas con sangre expiatoria, porque él
    necesitaba saber de sus hijos prometidos a él inicialmente, incontables como las estrellas del cielo arriba, llenando la tierra con glorias siempre. Ciertamente, con estos tres sacrificios de Abraham, ejecutados para nuestro Padre celestial, fue para
    derramar la sangre expiatoria no solamente de su hijo Isaac, provisto a él milagrosamente, por el Espíritu Santo, del vientre estéril de Sarah, pero igualmente, para expiar, juzgar y perdonar pecados de las naciones, y así, sus
    hijos nazcan sin
    relación al pecado, empezando con Isaac.


    Por lo tanto, al comer nuestro Padre celestial de la Mesa santa con Abraham y sus hijos adoptados, comprados por dinero de extranjeros, el pan y vino, servido por su Hijo Jesucristo, como Melquisedec, rey de Salem (Israel moderno)
    para ángeles de la
    gloria celestial, entonces, Él lo hizo así para que su Hijo Jesucristo nazca como Isaac, pero sin relación al pecado. Es decir, que nuestro Padre celestial
    tuvo a Abraham sacrificando tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos
    palominos sin cortar sobre la roca de salvación, salpicados con sangre expiatoria: Y fue para que su Hijo Jesucristo nazca como Isaac, pero expiando, juzgando y cubriendo ya con sangre expiatoria todos los pecados del mundo entero.


    Entendiendo que, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo naciendo del
    vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, pero con Abraham que ya había sacrificado tres carneros y con sus mitades opuestas una a otra junto con dos palominos sin
    cortar sobre su roca, salpicada con sangre, y así, su Hijo Jesucristo fue Isaac, y con todo pecado ya cubiertos por Él mismo. Legalmente, nuestro Padre celestial también necesitaba a sus hijos, como la casa de Israel ya en el Valle de los huesos secos,
    recogiendo toda nación con poderes del Juramento a Isaac, en su semilla santa, y así, Isaac finalmente salpique su sangre expiatoria desde Canaán, como el Cordero de Dios, Yeshua, Jesucristo, haciendo que ellos renazcan con su
    vida eterna, pero sin
    pecado alguno.


    Considerando que, su Hijo Jesucristo seria clavado al madero de Israel antiguo sobre el monte Sion, victorioso sobre Satanás, el pecado, la muerte y el infierno del corazón del mundo, pero con dos testigos a ambos lados de su altar, asimilando los tres
    sacrificios de Abraham sobre la roca, finalmente derramando su sangre expiatoria sobre él desde arriba Canaán, como su dulce hogar: amandolos. Ciertamente, estos tres carneros sacrificados sobre la roca de salvación, salpicadas con sangre expiatoria,
    junto con dos palominos sin cortar, fue no solamente su Hijo Jesucristo para que sea Isaac y sin relación al pecado, pero igualmente, sus hijos confinados en el cautiverio egipcio por cuatrocientos años, recogiendo pecados del mundo entero, abandoná
    ndolos eternamente en el bautismo en agua del Mar Rojo.


    Realmente, nuestro Padre celestial tenía en su mente santa y en su corazón santísimo construir su dulce hogar en Canaán, pero únicamente con sus hijos renacidos con la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria de su Hijo
    Jesucristo nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el Espíritu Santo, y así, Él vivir amado por ellos con perfecta santidad infinita. Absolutamente, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a Abraham sacrificando sus tres
    carneros con sus mitades opuestas una a otra sobre su roca, para que su Hijo Jesucristo sea Isaac, y luego, derramar sobre él su perfecta voluntad, dándole vida a sus hijos en el cautiverio egipcio, pero igualmente, derramar su Juramento sobre Isaac,
    llenando la tierra con su vida eterna eventualmente.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos nacidos en el cautiverio egipcio con su Juramento a Isaac, en donde ellos habían recogido cada pecado que las familias de las naciones habían cometido (y cometerán en generaciones futuras) en
    contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, Él entregarles
    su santo nombre fuegos para escapar Egipto finalmente. Por ello, nuestro Padre celestial por los sacrificios de Abraham sobre la roca de salvación junto con dos aves sin
    cortar, salpicados con sangre expiatoria, fue también finalmente para entregarle su santo nombre fuegos a Moisés sobre el Monte Sion, descansando sobre el Sinaí, para que Israel escape Egipto, bautizado del Mar Rojo: Ya que,
    únicamente Israel es su
    dulce hogar en Canaán, perpetuamente.


    Visto que, nuestro Padre celestial había liberado a Israel del cautiverio egipcio, y con la carne sagrada junto con el Juramento a Isaac, recogieron pecados de las naciones del pasado y del futuro, entonces, ellos finalmente los
    abandonaron, bautizados
    en agua: y esto es todo pecado junto con la carne pecadora y el espíritu de error por la carne sagrada y el Espíritu Santo. Por ende, nuestro Padre celestial tuvo a todo Israel antiguo vistiendo la carne sagrada de su Hijo Jesucristo, como la carne
    sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria de Isaac, y así, ellos sean sus sumos sacerdotes, que Él necesitaba para expiar, juzgar y perdonar cada pecado que envía a sus hijos al infierno, haciendo que regresen a vivir nuevamente
    pronto en Canaán.



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