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    Sábado, 13 de Abril, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)



    CANAÁN ES EL DULCE HOGAR DEL PADRE PARA VIVIR AMADO POR ISRAEL Y LAS NACIONES SIEMPRE:


    El día llegó para que nuestro Padre celestial encuentre su nuevo dulce hogar,
    en donde Él vivirá con sus hijos, que les había dado su misma vida eterna y todo su amor, empezando con Adán y Eva: por ende, Él necesitaba recobrar todo
    lo perdido a
    mentiras de Lucifer y de sus ángeles caídos, por culpa del pecado, pero recobrarlo todo en el paraíso únicamente. Sin embargo, Lucifer había contaminado no solamente a Adán y sus hijos, empezando con Eva, la virgen del paraíso, comiendo del fruto
    prohibido del árbol de la ciencia del bien y del mal, pero igual, la tierra contaminó, incluyendo su dulce hogar en Canaán: entonces, Él necesitaba reconquistarlo todo nuevamente, pero sólo con su verdad y justicia divina, derramando de su Espíritu
    Santo.

    Ahora, nuestro Padre celestial tenía que recobrar todo, que había sido perdido a mentiras de Lucifer, derramando de su Espíritu Santo, porque él se rebeló en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, engañando a
    sus seguidores, mintié
    ndoles, entonces realmente estaba removiendo la presencia del Espíritu Santo de los ángeles creyendo en él ciegamente. Por ende, nuestro Padre celestial tenía que empezar a recobrar todo lo perdido a mentiras de Lucifer, derramando
    de los poderes y
    dones de su Espíritu Santo, porque sus mentiras habían removido su Espíritu no solamente de los ángeles, creyendo en sus mentiras, pero igual, de Adán y Eva, que fueron engañados al comer del fruto prohibido.

    Realmente, nuestro Padre celestial, para recobrar todo lo perdido a Lucifer y sus mentiras, entonces, Él tenía que empezar a derramar de su Espíritu Santo
    sobre la tierra para recobrar lo perdido a mentiras, pero, para que todo esto trabaje para Él,
    su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, entonces, Él necesitaba encontrar a un hombre que creyese en sus palabras vivas. Desafortunadamente, no encontró a
    ninguno en toda la humanidad entera de toda la tierra, porque todos habían sido engañados por
    mentiras de Lucifer, que sus corazones se habían ennegrecido y cegados, así como el del maligno, como desde donde nacieron las mentiras, nacidas para contaminar con tinieblas, todo lo creado por el corazón santo del Padre desde la fundación del cielo.

    Sin embargo, aunque nuestro Padre celestial necesitaba encontrar a alguien digno de pararse en su presencia santa, tan perfecto y santo como Él siempre lo ha sido en la gloria celestial ante su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y
    las huestes
    angelicales, más su Plan de salvar la humanidad entera y la tierra, necesitaba
    empezar sólo con su Espíritu y con su Jesucristo. Por ello, cuando Lucifer empezó a mentirles a los ángeles en la gloria celestial, para que crean en él, que él podía
    controlar no solamente el santo nombre fuego de nuestro Padre celestial, pero igual, todo lo demás creado por Él en toda su Creación, incluyendo la tierra, como Canaán, su dulce hogar: entonces, Lucifer pensó, en derrotarlo a
    Él perpetuamente.


    Dado que, la batalla no solamente para controlar el santo nombre de nuestro Padre celestial junto con lo creado con sus palabras vivas y su Espíritu Santo
    en la gloria celestial y en la tierra, entonces, él tenía que finalmente controlar Canaán, para
    que Él jamás establezca su nueva tierra con sus cielos gloriosos, en donde Él vivirá con sus hijos su felicidad eterna. Sin embargo, para que nuestro Padre celestial recobre todo lo perdido a mentiras de Lucifer, entonces, Él tenía que encontrar a
    un hombre digno de recibir no solamente sus palabras vivas, llorando por sus hijos ya perdidos a Lucifer y sus ángeles caídos en el infierno tormentoso, porque ya, por estos días, la humanidad entera yacía en sus infiernos totalmente perdidos en
    tinieblas.

    Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a recobrar lo perdido a mentiras de Lucifer por el derramamiento de su Espíritu Santo, desde
    su corazón santísimo, porque: cuando Lucifer les mintió a los ángeles del cielo y luego a Adán
    y Eva en el paraíso, entonces, sus mentiras los atacaban a Él junto con su Espíritu Santo y a su Hijo Jesucristo. Por eso, nuestro Padre celestial empezó a derramar de su Espíritu sobre la tierra, buscando aquel que se parara con Él, su Hijo
    Jesucristo y su Espíritu Santo, peleando no solamente con sus ejércitos de ángeles u hombres, pero únicamente con su Espíritu Santo, y hasta que cada mentira es derrotada en el paraíso, y sobre la tierra en cada corazón humano.

    Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba empezar a derramar de su Espíritu Santo, y lleno de sus palabras vivas, nacidas naturalmente de Él hacia sus hijos, que se habían perdido a las mentiras, maldiciones, pobreza y muerte de Lucifer, finalmente
    para descender al reino de tinieblas, en donde se esperaba que jamás regresarían a la vida nuevamente. Por cierto, el derramamiento del Espíritu Santo desde el corazón santísimo de nuestro Padre celestial fue muy importante no solamente para buscar
    aquel digno de escuchar gemidos de su corazón, llorando por sus hijos perdidos
    a mentiras de Lucifer y del infierno tormentoso, pero igual, Él necesitaba recobrar su dulce hogar en Canaán, tornándolo en su mismo corazón santísimo
    para siempre.


    Visto que, nuestro Padre celestial estaba deseando de tener a cada uno de sus hijos perdidos a mentiras, maldiciones, engaños, pobreza, enfermedades y muerte de Lucifer, regresando a Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, pero, tenia que ser
    desde su paraíso moderno, escogido por Él mismo para vivir con ellos siempre,
    y esto fue Canaán, perdido a Satanás también. Visto que, Lucifer, como Satanás (adversario de Dios) se había establecido él mismo en Canaán junto con reinos y sus ejé
    rcitos poderosos e imposibles de derrotar por otros ejércitos trabajando para nuestro Padre celestial, y así, hacer que Satanás y sus ángeles caídos finalmente sean removidos de Canaán perpetuamente, recobrando eventualmente a sus hijos con todo lo
    perdido a tinieblas y el pecado.

    Ahora, desde que Lucifer engañó a Eva para que coma del fruto prohibido, en vez, de comer del fruto del árbol de la vida, para que Adán y sus hijos coman
    de él y vivan siempre bendecidos por nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su Espíritu
    Santo, entonces, las mentiras de Lucifer contaminó todo con su espíritu de error, dado a Adán. Por ende, el derramamiento del Espíritu Santo de nuestro Padre celestial fue importante, derramarlo continuamente sobre la tierra y hasta que Abraham fuese
    encontrado digno: sentándose con Él a comer del pan y vino, servido por su Hijo Jesucristo sobre la Mesa santa, hecha de madera, y así, su Espíritu se quede con el hombre, y su Hijo amado nazca finalmente en Canaán.

    Considerando que, al nuestro Padre celestial derramar de su Espíritu Santo desde su corazón santísimo, entonces, descendida destruyendo cada tiniebla por su camino, porque descendía cada día, buscando por los hijos perdidos en las naciones, para que
    ellos vean su luz en sus tinieblas y hasta que vean la verdad que los libera del pecado postreramente con salvación perfecta. Ciertamente, nuestro Padre celestial derramó su Espíritu Santo y hasta encontrar a Abraham, convirtiéndose tan santo y
    perfecto, así como Él lo necesitaba a él, dándole vida a su familia bendita, nacida con su Hijo Jesucristo como Isaac, y su Espíritu en ellos, recibiendo de su naturaleza divina: Honrándolo a Él, estableciendo su corazón santísimo en Canaán, y
    así, la tierra viva siempre.

    Sin embargo, antes que nuestro Padre celestial de hacer esta obra maravillosa en Canaán, entonces, Él tenía que sentarse con Abraham y sus 318 hijos adoptados para participar del pan y vino de su Hijo Jesucristo sirviendo la Mesa santa, hecha de
    madera, para que ellos coman de su naturaleza divina, haciendo que su Hijo Jesucristo nazca como Isaac en la tierra. Nuestro Padre celestial tenía que finalmente comer con Abraham y sus hijos adoptados del pan y vino de la Mesa santa, hecha de madera,
    porque no solamente su Hijo Jesucristo nacería como Isaac, por el Espíritu Santo, pero igual, los hijos prometidos, llevando el Juramento a Isaac por el desierto del Sinaí hacia Canaán con su corazón santísimo de su mismo pecho.

    Puesto que, esta es la roca de salvación que nuestro Padre celestial concedió
    a Abraham y a su familia, para que él sacrifique sus tres carneros, opuestas sus mitades entre sí, con dos palominos sin cortar, salpicado con sangre expiatoria enteramente,
    llevándolo a Él en el Lugar Santísimo por el desierto, descendiendo finalmente al Valle de los huesos secos para su victoria final. Dado que, nuestro Padre celestial necesitaba descender hacia el Valle de los huesos secos
    de Canaán con tres
    sacrificios junto con dos palominos sin cortar yaciendo sobre la roca de salvación, salpicados con sangre expiatoria, para que su corazón santísimo, llorando por sus hijos, que lo tengan a Él lo más cerca posible a sus corazones, para postreramente
    salvarlos con su amor infalible.

    Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba descender al corazón de la tierra, en donde sus hijos de todas las familias de las naciones yacían en sus
    huecos infernales, condenados para siempre por sus pecados de haber fallado de conocer su santo
    nombre fuego y sus palabras vivas, que les hubiesen dado abundante vida, si las
    hubiesen recibido en sus días. Ciertamente, palabras de vida que nacieron con sus hijos, cuando emergieron uno a uno de su imagen para vivir conforme a semejanza de su Hijo
    Jesucristo, llenos de poderes y dones del Espíritu Santo, y este es el Juramento a Isaac que necesitaban poseer para amarlo a Él sobre el monte santo
    de Jerusalén y su Lugar Santísimo, por una eternidad entera.


    Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba descender al Valle de los huesos secos con la roca de salvación junto con los tres sacrificios y dos palominos sin cortar de Abraham, salpicados con sangre expiatoria, rodeado con sus hijos prometidos e
    incontables como las estrellas del firmamento, esperando por Isaac que derrame su sangre expiatoria, liberándolos al fin del mal eterno, para siempre. Sin embargo, para que esto sea posible en el Valle de los huesos secos de Canaán, que es realmente el
    corazón de la tierra, entonces, Él tenia que tener toda la casa de Israel nacida en cautiverio egipcio con su Juramento a Isaac, que necesitaba poseer, recogiendo así cada pecado de las familias de las naciones para abandonarlos en bautismo del Mar
    Rojo.

    Ya que, nuestro Padre celestial necesitaba expiar cada pecado de la humanidad entera, destruyéndolos enteramente con tres sacrificios y dos palominos sin cortar de Abraham sobre la roca de salvación, últimamente salpicada con sangre expiatoria de su
    hijo Isaac victoriosa sobre la muerte en Canaán, liberando totalmente a Israel, y así, ellos amen, sirvan y alaben su santo nombre in perfecta santidad eterna. Por eso, nuestro Padre celestial tenía que llamar a Moisés al Monte Sinaí, parándose en
    el horno de fuegos de su grande Gracia, de su grande Misericordia, de su grande
    Verdad y de su grande Justicia Divina, finalmente entregándole su santo nombre
    fuego a Israel, para su bautismo del Mar Rojo, abandonando así cada pecado recogido de la
    tierra por cuatrocientos años.

    Es decir, una vez que Israel invocó su santo nombre fuego por la tierra del cautiverio egipcio, entonces, ellos fueron abriendo sus bocas ante nuestro Padre celestial, esperando por ellos que lo invoquen, sobre el monte santo de Jerusalén, descansando
    sobre el Monte Sinaí, para que Él derrame en sus corazones de su naturaleza divina, necesaria para escapar hacia el bautismo del Mar Rojo. Este bautismo en
    agua fue esencial para Israel no solamente abandonar cada pecado absorbido por años de las
    familias de las naciones en lecho marino, pero igual, ellos necesitaban intercambiar la carne pecadora por la carne sagrada y el espíritu de error por
    el Espíritu Santo: amando, sirviendo y alabando a nuestro Padre en el cielo toda una vida bendita e
    enriquecedora.


    Sin embargo, Israel necesitaba amar, servir y alabar el corazón de nuestro Padre celestial por el desierto, porque ellos nacieron con el Juramento a Isaac
    para llevarlo a Él con su naturaleza divina hacia el corazón de la tierra, para que Él
    finalmente hablarles a sus hijos palabras vivas naturalmente nacidas con ellos de su imagen y de su alma en su dulce hogar. Es decir, también que cada hombre, mujer, niño y niña amó, sirvió y alabó a nuestro Padre celestial, construyendo con sus
    manos el tabernáculo y su Lugar Santísimo, llevándole a Él con su naturaleza divina hacia el corazón de la tierra, para que sus familias de las naciones, finalmente sean liberadas, regresando a su dulce hogar en el Tercer Día.


    Por ende, una vez que Israel se tornó tan santo y perfecto por el bautismo en agua del Mar Rojo, entonces, ellos estaban listos para amar, servir y alabarlo a Él y a su naturaleza divina, que ellos estaban llevando por el desierto, porque ellos
    necesitaban ejecutar corderos, salpicando sus sangres expiatorias sobre sus hijos yaciendo en el corazón de la tierra. Ciertamente, cuando la casa de Israel caminaba por el desierto, entonces ellos comenzaron a tener sed, en donde no existía ninguna y
    hasta que llegaron a las aguas amargas de Marah, que ellos tenían que endulzarlas por el árbol (como hijos de Abraham) del monte santo de Jerusalén, en Canaán, y así, continúen ellos hacia el Valle de los huesos de Canaán.


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