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Sábado, 02 de Marzo, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
ISRAEL ANTIGUO SELLÓ la ROCA REDENTORA con TRES SACRIFICIOS de ABRAHAM en el VALLE de los HUESOS SECOS:
Nuestro Padre celestial descendió con su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y
huestes angelicales en su monte Sion, descansado sobre el Monte Sinaí, porque los hijos de Israel estaban listos para servirle a Él como su sumo sacerdote para conquistar a
las familias de las naciones postreramente con su misma vida santísima derramada sobre su altar de amor eterno, en Canaán. Considerando que, los cuatrocientos años ya habían pasado del cautiverio egipcio: por ende, toda la
casa de Israel había
acumulado cada pecado del pasado, del presente y del futuro para destruirlos en
un día con poderes de su santo nombre fuego del Juramento a Isaac en un bautismo de agua gigante, para no volverlos a ver más en toda la tierra.
Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba al Faraón que deje ir a sus hijos israelitas al Mar Rojo, abandonando cada pecado acumulado con poderes del Juramento a Isaac de las familias de las naciones, para luego ellos mismos servirle a Él (sin pecado
alguno), y esta es la carne sagrada de su Hijo Jesucristo para conquistar primeramente el corazón de la tierra. Considerando que, para nuestro Padre celestial realmente conquistar a la tierra, tornándola en su nuevo reino de su
perfecta voluntad, en
donde sus palabras de vida naturales de su corazón santísimo reinarían maravillosamente, que Él había ya derramado sobre Isaac sobre el madero de su
altar de amor eterno: entonces, todos los Israelitas tenían que descender al corazón de la tierra
postreramente.
Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba que sus palabras de vida naturales de su corazón santísimo, que es el Juramento a Isaac, desciendan al
corazón de la tierra, conquistándola con ellas con sus hijos yaciendo en él por siglos, y así,
ellos aprendan a amar, servir, honrar y glorificar su santo nombre fuego eternamente con sus perfectas glorias por toda la tierra postreramente. Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba que Israel abandone el cautiverio egipcio, bautizados todos ellos
en agua, mudándose así de la carne pecadora por la carne sagrada, que tenia que ir por el desierto del Sinaí derramando sangres expiatorias de corderos, anunciándoles a las familias de las naciones, que el vientre virgen dará a luz a su misma vida
eterna pronto, en Canaán.
Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente a Israel antiguo bautizado en el Mar Rojo, recibiendo así la carne sagrada junto con su Espíritu Santo, convirtiéndose en sumos sacerdotes por una vida entera, pero igualmente, en el corazón
de la tierra, porque ellos necesitaban destruir cada pecado de la humanidad entera en un solo día, con su Hijo Jesucristo sangrando sangre expiatoria. Por
eso, nuestro Padre celestial necesitaba a todo Israel bautizado en el Mar Rojo,
pero igualmente,
sedientos entrando en el desierto, porque ellos necesitaban beber aguas amargas
del Marah, endulzadas, (endulzadas por el árbol de vida, descendiendo del monte santo de Jerusalén, en Canaán, que son ellos mismos), como el madero, sirviéndole a Él
siempre sobre su altar de su amor eterno finalmente.
En otras palabras, nuestro Padre celestial necesitaba a toda la casa de Israel caminando sedientos, al pisar el desierto del Sinaí, porque ellos serían, como el árbol del monte santo de Jerusalén descendiendo para endulzar no solamente las aguas
amargas de Marah, pero igual, el Valle de los huesos secos: porque este madero,
son los hijos prometidos a Abraham. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba a los hijos de Israel bebiendo de las aguas amargas del Marah, endulzadas con el madero del
altar, que eran ellos mismos, sin darse cuenta en el momento: porque fueron siempre ellos, como el madero del monte santo de Jerusalén descendiendo hacia ellos mismos, para postreramente endulzar enteramente el Valle de los huesos secos.
Ciertamente, cuando Israel antiguo terminó en servir a nuestro Padre celestial, bebiendo aguas endulzadas de Marah por el árbol del monte santo de Jerusalén, que son ellos mismos físicamente ya sobre el altar del amor eterno, en Canaán, como la
antorcha que nuestro Padre celestial trajo con Él a Abraham, caminando entre mitades de los carneros, entonces empezó a expiar pecados del mundo. Visto que, ellos bebieron aguas endulzadas de Marah por ellos mismos, como la antorcha del monte santo de
Jerusalén, conociéndolo así o no, entonces, ellos estaban listos para beber de las aguas vivas de arriba el cielo, la nueva tierra: y esta es la roca de la
salvación, porque bebiendo de ella, postreramente ellos finalmente endulzarían el corazón de
la tierra perpetuamente.
Puesto que, nuestro Padre celestial no solamente necesitaba conquistar la cautividad egipcia de cuatrocientos años, pero igualmente, el Mar Rojo y sus bautismos, el desierto del Sinaí, el Valle de los huesos secos endulzado con rituales y ceremonias
del Juramento a Isaac para seguidamente conquistar Canaán, como su dulce hogar, en donde gozara de sus sueños más dorados con sus hijos una eternidad entera. Dado que, nuestro Padre celestial necesitaba no solamente erradicar todo pecado de todas las
familias de las naciones, pero igualmente, cada tiniebla emanando del corazón de Lucifer y de sus ángeles caídos, como el ángel de la muerte, empezando en
el mismo corazón de la tierra, para que sus palabras vivas naturales de su corazón santísimo
fluyan libremente por toda su Creación, siempre.
Por eso, es que nuestro Padre celestial necesitaba que Abraham no solamente sacrifique sus tres carneros con sus mitades opuestas una a otra y con dos aves
yaciendo sobre la roca de salvación, que es el fundamento de la gloria angelical, pero igualmente,
de toda la tierra por poderes del Juramento a Isaac de su voluntad perfecta, conquistándola así enteramente y para siempre. Es decir, también que nuestro
Padre celestial tenia que haber tenido ya a Abraham ejecutando sus tres sacrificios sobre la
roca de salvación junto con dos palominos sin cortar, porque Él regresaría con su antorcha ardiendo con su santo nombre fuego sobre él, y así, Él mismo
empezar a expiar pecados del corazón de la tierra con sus mismos hijos prometidos a Abraham.
Mejor dicho, al nuestro Padre celestial haber tenido a Abraham ejecutando sus tres carneros con sus mitades opuestas una a otra sobre la roca redentora, entonces, Él regresó con su antorcha ardiendo con su santo nombre sobre él, porque este madero,
son los hijos prometidos, entrando por el corazón del mundo, destruyendo a Satanás desde su fundamento, y así, todo mal cese perpetuamente. Realmente, al nuestro Padre celestial haber tenido a los hijos prometidos a Abraham, como la antorcha en sus
manos junto con su santo nombre ardiendo apasionadamente sobre él, cuando Él pasaba por mitades de carneros sobre la roca angular, entonces, Él removió todo fundamento de tinieblas de Satanás, estableciendo así su roca redentora como el fundamento
de su nueva tierra perpetuamente.
Por eso, cuando nuestro Padre celestial terminó de expiar por los pecados del mundo entero, cuando pasaba por mitades de corderos con sangre expiatoria salpicada sobre la roca de salvación junto con dos aves sin cortar, entonces, Él empezó a remover
cada tiniebla, que es el fundamento del corazón malvado de Lucifer, que hace que sus mentiras florezcan por toda la tierra siempre. Ciertamente, después que nuestro Padre celestial camino por mitades de carneros opuestos una a otro con su antorcha
ardiendo con su santo nombre sobre él, entonces, Él lo hizo con hijos prometidos a Abraham, entregados ya a él, viviendo en generaciones futuras, conquistando así finalmente a Canaán junto con toda la tierra, pero desde su mismo infierno primero, y
con poderes especiales siempre.
Aquí es cuando, nuestro Padre celestial le aseguró a Abraham que sus hijos prometidos e incontables como las estrellas del cielo arriba, vivirán en tierras lejanas, cautivados por cuatrocientos años, porque ellos estarán allí con poderes
conquistados aquella noche sobre la roca de salvación y sus tres sacrificios con sus sangres expiatorias salpicadas junto con dos aves sin cortar. Además, nuestro Padre celestial le habló a Abraham así: porque él necesitaba entender, que la roca de
salvación, entregada a él para sacrificar sus tres carneros con sus mitades opuestas una a otra junto con dos aves sin cortar, y sus sangres salpicadas sobre ellos, entonces, sus hijos estaban llamados divinamente a establecer este
sacrificio único en
el corazón de la tierra perpetuamente.
Entendiendo que, para nuestro Padre celestial conquistar a Canaán junto con las naciones habitándola, entonces, Él tenia que destruir el Valle de los huesos secos, que es el infierno de Canaán, con la roca de salvación y sus tres carneros
sacrificados con las dos aves sin cortar, asimilando, el monte santo de Jerusalén con su Hijo Jesucristo crucificado en Canaán últimamente. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba establecer el convenio de vida con Abraham y su esposa Sarah con
su vientre estéril ya, dando vida no solamente a su Hijo Jesucristo como Isaac, por el Espíritu Santo, pero igualmente, a los hijos, viviendo en cautiverio egipcio, introduciendo así en la cautividad del mundo los tres sacrificios de Abraham,
salpicados con sangres expiatorias sobre ellos mismos.
Visto que, nuestro Padre celestial habiendo logrado tener a los hijos de Israel
en el cautiverio egipcio por cuatrocientos años, entonces, Él descendió con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo sobre la roca de salvación, que es
el altar de
Abraham e Isaac, como la zarza ardiendo, en donde Moisés fue llamado a ascender, para entregarle su santo nombre fuego. Dado que, nuestro Padre celestial necesitaba entregarle a Moisés e Israel su santo nombre fuego, que Él jamás lo había entregado
a nadie en toda la tierra, para que todos ellos lo posean, porque ellos habían
terminado de acumular los pecados de las familias de las naciones del pasado, presente y de futuras generaciones, para destruirlos en el Mar Rojo finalmente.
Por cuanto, nuestro Padre celestial necesitaba destruir todo pecado que la casa
de Israel había acumulado con poderes cotidianos del Juramento a Isaac, porque
ahora Él podía llevar a los hijos de Abraham purificados y santificados y bautizados del Mar
Rojo hacia Canaán, porque habían empezado todos ellos ya a invocar su santo nombre fuego, destruyendo así pecados por toda la tierra, siempre. Sin embargo, para nuestro Padre celestial llevar a Israel antiguo hacia Canaán, entonces, Él necesitaba
asegurarse que ellos se sentirían sedientos caminando por el desierto hostil: porque Él quería que ellos probasen de aguas amargas de Marah, endulzadas por
el árbol del monte santo de Jerusalén, que son ellos mismos, aquel madero, llevando los tres
carneros sacrificados al corazón de la tierra últimamente.
Ciertamente, al nuestro Padre celestial haber tenido a Israel antiguo bebiendo de aguas amargas de Marah, endulzadas por el madero que descendió del monte santo de Jerusalén, uniéndose a ellos en el desierto, entonces, esta fue la ultima vez que
bebieron agua de la tierra, porque ahora ellos estaban listos a beber de la roca de salvación para no volver a tener jamás. Por eso, el Israel antiguo después de haber bebido de la roca de salvación, fluyendo aguas de vida abundantemente, entonces,
jamás tuvieron sed camino a Canaán, porque ellos fueron saturados con aguas de la nueva tierra del cielo arriba, finalmente para establecer los tres sacrificios de Abraham en el corazón de la tierra para la victoria final en contra del pecado para
siempre.
Sin embargo, antes que Israel antiguo alcance su destino final por el desierto del Sinaí, entonces, ellos tenían que ya haber recibido de nuestro Padre celestial las tablas de los Diez Mandamientos, visto que ellos necesitaban recibir el tabernáculo
de reunión con su Lugar Santísimo del cielo arriba, porque sólo ellos tenían que transportar su naturaleza divina a las familias de las naciones. Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba a todo Israel antiguo, como
parte de su obra
asombrosa, llevando su naturaleza divina a las familias de las naciones yaciendo ya en sus infiernos tormentosos (porque ellos jamás conocieron su santo nombre fuego, ni su Lugar Santísimo, ni su naturaleza divina encerrada en ella), listo para
derramarse sobre ellos, si es que llegaban a Canaán últimamente.
Realmente, fue importante para Israel antiguo escapar del cautiverio egipcio, bautizados en el Mar Rojo, abandonando la vida aprendida en cautiverio para luego aprender una nueva vida que es para amar, servir y honrarlo a Él por poderes del Juramento a
Isaac, derramándose sobre el altar continuamente, viviéndolo así con todos sus poderes cotidianos, como el árbol de la vida eterna. Entendiendo que, esta
es la vida que únicamente emana cada día naturalmente de nuestro Padre celestial, en que Él
tiene que ser transportado en ella en cada hombre, mujer, niño y niña con su naturaleza divina confinada en el Lugar Santísimo del tabernáculo de reunión, listo para derramarse abundantemente sobre sus hijos perdidos para volver a vivir nuevamente,
eternamente justificados, bendecidos y enriquecidos.
Visto que, esta es la vida que nuestro Padre celestial le había entregado ya no solamente a Israel, pero también las naciones, anunciando al mundo entero de su naturaleza divina por derramarse sobre todo lugar, es decir, si Israel llega a Canaán, y
con la hija virgen de David, dando a luz al Rey Mesías, salpicando su sangre expiatoria en el Lugar Santísimo. Sin embargo, este anuncio solamente podía ser llevado por Israel antiguo primero por el desierto del Sinaí, conduciendo rituales y
ceremonias de perfecta santidad del Juramento a Isaac, tocando a toda alma viviente aun en su infierno tormentoso, para que todos ellos conozcan que su salvación va en camino hacia ellos, salpicando sangres expiatorias de corderos
diariamente desde el
Lugar Santísimo.
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