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    Sábado, 08 de Diciembre, 2018 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    (We would like to express our condolences, love and prayers to the family and friends of President George H.W Bush, passing away at 94, because it was time to ascend into our heavenly Father’s presence because of what His Son Jesus Christ did for him
    over the wood as he shed his atoning-blood, so he may live forever blessed into
    eternity. For our heavenly Father has prepared places in heaven’s glory for those loving Him through His Son Jesus Christ and the Holy Spirit, as they become baptized in
    water: abandoning the old life finally to take on His own eternal life, granted
    unto us entirely thus to start living it now until we may finally enter into His home-sweet-home forever justified. Amen.)

    ISRAEL ABANDONÓ EGIPTO PARA LEVANTAR AL PADRE EN CANAÁN: LIBERANDO NACIONES DEL INFIERO EN UN DA:

    Cuando nuestro Padre celestial convenció al Faraón egipcio, que él tenía que dejar ir a Israel en su camino hacia la tierra prometida, entonces, Él lo hizo para no permitirles coger el camino corto hacia Canaán, y esto era hacia Palestina: más
    bien, ellos fueron guiados por su Espíritu Santo hacia el desierto y el Mar Rojo, para su bautismo en agua. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba
    a Israel caminando hacia Canaán no por el camino corto, más bien, por el desierto del Sinaí, y
    así, renazcan del bautismo en agua, abandonando la carne del pecado por la carne sagrada y el espíritu de error junto con todo lo aprendido en su cautividad, finalmente obteniendo su Espíritu Santo de vida eterna de su tierra prometida.

    Además, nuestro Padre celestial le había prometido a Abraham y a sus hijos prometidos, nacidos por generaciones futuras, que ellos heredarían la tierra que fluye con leche y miel, y este su dulce hogar, que Él escogió para vivir con su familia
    divina, que es su Hijo Jesucristo y su Espíritu, nacidos milagrosamente del vientre estéril de Sarah inicialmente como Isaac. Definitivamente, esta es la carne sagrada y su Espíritu Santo completamente que recibirán a nuestro Padre
    celestial
    descendiendo del cielo a su nuevo dulce hogar, en Canaán, que Él inicialmente
    les prometió a Abraham y a sus hijos poseer, como su propiedad eterna, fluyendo con leche y miel, que Él siempre ha disfrutado con su familia divina de su reino angelical.

    Considerando que, esta es la vida divina y enriquecida que nuestro Padre celestial había empezado con su Hijo Jesucristo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por los poderes del Espíritu Santo que necesitaban entrar a
    Canaán, para que Él pueda
    descender a vivir con sus hijos del Juramento a Isaac, incluyendo las familias de las naciones, bautizadas en agua únicamente. Realmente, esta es la vida que
    nuestro Padre celestial le había entregado ya a Jacobo por medio de su Hijo Jesucristo nacido
    como Isaac, para que sus hijos nazcan postreramente en su Juramento a Isaac, recogiendo cada pecado en contra de Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, y así, Él mismo destruirlos todos eternamente en su bautismo del Mar Rojo.

    Entendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba destruir cada pecado del mundo entero no solamente de sus hijos nacidos del vientre estéril de Sarah, por poderes cotidianos del Espíritu Santo, así como Isaac había nacido inicialmente, pero
    igualmente, sus hijos de todas las familias de las naciones, y solo entonces, la tierra estaría lista para recibirlo en Canaán, en su fecha ya escogida. Además, con su Hijo Jesucristo nacido como Isaac en la familia de Abraham, entonces, trajo al
    mundo con él la carne sagrada, la sangre expiatoria y el Espíritu Santo del amor infalible de nuestro Padre celestial, para que sus hijos prometidos a Abraham y junto con los de las familias de las naciones lo puedan conocer eventualmente sobre el
    monte santo de Jerusalén.

    Visto que, únicamente su Hijo Jesucristo como Isaac, y como hijo de Abraham, podía no solamente introducir su Espíritu Santo en cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones antiguas, empezando con Abraham y su familia, y asimismo,
    sobre su altar de su amor infalible descendiendo sobre la tierra para establecerlo en la humanidad entera por fin, para siempre. Realmente, solamente
    Isaac podía ascender el monte santo de Jerusalén, descansando sobre el Moriah, con la misma vida
    eterna y el amor infalible de nuestro Padre celestial, complaciéndolo a Él sobre toda la tierra con Abraham y sus hijos prometidos naciendo de muchas generaciones, así como Él es complacido con sus huestes angelicales una eternidad entera con
    abundante amor, honor, gloria y alabanzas celestiales.

    Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba tener a su altar de su amor prehistórico establecido ya con Abraham y sus hijos prometidos de generaciones
    venideras, como su nación especial, llevando su santo nombre fuego junto con su palabra viva,
    entregándonos a nosotros su nueva tierra con cielos gloriosos para que sus hijos finalmente vivan con Él una eternidad entera de amor, riquezas y felicidades inagotables. Presentemente, este es el altar de su amor infalible que nuestro Padre celestial
    siempre le ha manifestado a sus huestes angelicales en sus cosas creadas por ellos del reino angelical, para que ellos siempre tengan amor, servicio y adoración a Él junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, conquistando así más glorias
    a su santo nombre fuego toda una eternidad.

    Como resultado, ahora nuestro Padre celestial estaba expandiendo su familia divina, que es su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, después de Abraham haber comido del pan y vino con Él sobre su Mesa
    santa, sellando así un convenio de vida importante, enriqueciendo las naciones, conociéndolo a Él y a su Hijo Jesucristo en su gracia infinita. Y esto fue algo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer con Abraham y con su
    altar de su amor
    infalible, recibiendo a su Hijo Jesucristo como Isaac en las familias de las naciones, para que cada hombre, mujer, niño y niña pueda conocerlo a Él por su grande Amor, su grande Gracia, su grande Verdad y su grande Justicia Divina hacia ellos
    infinitamente.


    Además, fue importante para nuestro Padre celestial poder manifestar su grande
    amor, su grande misericordia, su grande verdad y su grande justicia divina a todas las familias de las naciones ya muertos en pecados, porque ellos habían fallado en conocer
    su santo nombre fuego: por ende, ellos fallaron igualmente de tener un convenio
    de vida con Él que los redima. Innegablemente, fue importante para nuestro Padre celestial tener a Abraham viviendo ya unos años con su único hijo Isaac
    para ascender con
    l sobre el monte santo de Jerusalén, ofreciéndolo, como una ofrenda de amor de familia, en donde Él podía manifestar su abundante gracia, su abundante misericordia, su abundante verdad y su abundante justicia divina con un holocausto final en Canaá
    n.

    Visto que, este es su altar de su amor infalible que nuestro Padre celestial siempre ha tenido que tener para gozarlo con su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo y sus huestes angelicales, conquistando así nuevas glorias de riquezas insondables para su
    santo nombre fuego en el cielo, que sus hijos eventualmente gozaran en su nueva
    tierra con cielos gloriosos una eternidad entera. Por cierto, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su altar de su amor infalible sobre la tierra, empezando con la
    familia de Abraham, porque él comió del pan y vino con Él, servido por su Hijo Jesucristo, como el rey Melquisedec de Salem y su Santidad perfecta para con la humanidad entera, para que todos coman eventualmente de su pan en su dulce hogar.

    En otras palabras, nuestro Padre celestial necesitaba comer del pan y vino con Abraham y su familia sobre su Mesa santa, servida diariamente por su Hijo Jesucristo a los ángeles del cielo para que se mantengan todos ellos siempre puros sobre su monte
    santo de Jerusalén, y así, toda familia de naciones igualmente coma con Él su pan de vida eterna: ¡Salvándose! Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba llevar a los israelíes de la cautividad egipcia hacia el bautismo del Mar Rojo, convirtié
    ndose así en sus sacerdotes, que Él necesitaba no solamente para derramar sangres expiatorias de corderos por el tabernáculo de reunión y su Lugar Santísimo, cubriendo pecados por todo el desierto del Sinaí, pero igual, conquistar Canaán por amor
    a su altar postreramente.


    Comprendiendo que, nuestro Padre celestial necesitaba instalar su altar de su amor infalible en el monte santo de Jerusalén, al haber llamado Él a Abraham a ofrecer a su único hijo Isaac, como una ofrenda encendida de su amor eterno,
    iniciando así su
    sacrificio sempiterno para poseer poderes para salvar la humanidad entera de todo pecado, maldición, enfermedad, pobreza y muerte. Aquí es donde nuestro Padre celestial necesitaba establecer su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, al
    ser clavado sobre el madero del Israel antiguo yaciendo ya en el Valle de los huesos secos sin esperanza, perdidos y eternamente destruidos, sin embargo, con
    su Cordero santísimo derramando su sangre expiatoria entonces ellos vieron la vida nuevamente
    para una eternidad entera.

    Observando que, nuestro Padre celestial necesitaba relevar a su Hijo Jesucristo
    del madero, habiendo ya él terminado de interceder por las almas perdidas de la humanidad entera, y de haber derramado su sangre expiatoria, removiendo así
    todo pecado del
    mundo entero, para que todos regresen a la vida en su nueva tierra con cielos gloriosos eternamente perdonados, bendecidos, enriquecidos y justificados. Por cierto, nuestro Padre celestial necesitaba a todos ellos regresando a la vida, pero únicamente
    por su dulce hogar, y así, llenarlos a todos ellos de bendiciones de su roca de salvación, que son bendiciones de amor, gozos, felicidades y otras bendiciones especiales, como el reposo Sabatino y finalmente su paz, para nuestro Padre celestial
    abrazarlos con sus brazos sobre ellos poderosamente.

    Entendiendo que, este es el altar del amor infalible de nuestro Padre celestial
    que necesitaba instalar con sus hijos nacidos del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo y poderes cotidianos de su Juramento a Isaac, destruyendo todo pecado en
    el bautismo del Mar Rojo, pero igualmente entrar todos juntos en Canaán, levantando así su santo nombre fuego sobre la tierra postreramente. Considerando que, nuestro Padre celestial necesitaba ser levantado con sus hijos nacidos del Israel antiguo
    junto con su Hijo Jesucristo y su santo nombre fuego sobre toda la tierra desde
    el monte santo de Jerusalén, en Canaán, y así, Él mismo usar poderes del Juramento a Isaac, reclamando por sus hijos perdidos a que regresen al cielo, bautizados todos en
    agua primero.

    Definitivamente, esto fue algo que nuestro Padre celestial solamente podía hacer desde Canaán, que Él mismo había escogido como su paraíso moderno sobre la tierra, en donde Él descendería para tomar el lugar de su Hijo Jesucristo al terminar su
    obra redentora junto con el Espíritu Santo, para que Él últimamente sea uno junto con sus hijos en su perfecta santidad infinita. Comprendiendo que, ahora nuestro Padre celestial será uno con sus hijos nacidos en el cautiverio egipcio para vivir con
    el Juramento a Isaac, destruyendo pecados de las familias de las naciones del pasado, del presente y de futura generaciones en el Mar Rojo, cubriéndolos con
    sangres expiatorias de corderos por el desierto del Sinaí, conquistando así a
    Canaán para su
    altar últimamente.

    Considerando que, nuestro Padre celestial había perdido a Adán y a Eva a mentiras de Lucifer en el paraíso, cuando la serpiente del Edén les dio a comer del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, contaminando así su sangre
    junto con la tierra, entonces, Él pensó en reclamarlos en su nuevo paraíso—en donde es imposible pecar. Canaán: en donde nuestro Padre celestial les había prometido a Abraham y a sus hijos que habían de heredarla, fluyendo diariamente leche y
    miel, pero sólo, si su palabra viva es obedecida diligentemente, cumpliendo así sus Diez Mandamientos en glorias maravillosas de su vida eterna ya entregada a nosotros por su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, como el Juramento a Isaac.

    Por eso, cuando su Hijo Jesucristo nació del vientre virgen de la hija de David, entonces, la sangre manchó la tierra desde su vientre, concediéndonos al Cordero de Dios y Rey Mesías de Israel y de las familias de las naciones, inmediatamente toda
    vida eterna fue establecida en Canaán para que sus hijos la hereden, pero bautizados, invocando su santo nombre únicamente. Es decir, que también nuestro Padre celestial ya ha establecido su vida eterna en Canaán, como la tierra que Él escogió como
    su próximo paraíso de su dulce hogar, en donde el pecado no existe más: porque Él va a vivir por fin con sus hijos, redimidos del pecado por poderes de la sangre del Cordero que vive en el cielo hoy.

    Este es su Hijo Jesucristo nacido en su nuevo paraíso, y lleno de bendiciones asombrosas, emanando diariamente de su misma vida eterna, establecida por su nacimiento único del vientre virgen de la hija de David, en Canaán, entregándonos así a todos
    nosotros su misma vida todopoderosa, para que la vivamos en estos días a su máximo en la cara de su archienemigo, Satanás. Por eso, una vez que nuestro Señor Jesucristo había terminado su obra salvadora junto con el Espíritu Santo, como siempre,
    acompañándolo en sus angustias, destruyendo cada pecado del mundo entero, y así, nuestro Padre celestial pueda descender sobre el madero y a su lugar santísimo con sus hijos, entonces, él descendió al Israel antiguo en el Valle de los huesos secos:
    ¡sanándolos!


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