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    Sábado, 14 de Marzo, 2018 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica

    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)

    JURAMENTO A ISAAC: EL REINO EN QUE RENACES: BAUTIZADO EN ÉL:

    Nuestro Padre celestial se encontró listo para darle vida a sus hijos nacidos por el poder cotidiano de su Espíritu Santo, como el hijo único de Abraham, que nació milagrosamente del vientre estéril de Sarah inicialmente, pero iba a ser sobre el
    monte que le mostraría a él, para Él recibir a Isaac como la ofrenda encendida para su nuevo reino venidero. Puesto que, nuestro Padre celestial necesitaba que Abraham ofrezca a su hijo Isaac como una ofrenda encendida sobre
    el monte Sión,
    descansando sobre el monte Moriah, porque Él quería saber si Abraham estaba listo para amarle junto con sus hijos de generaciones venideras, para Él poder
    entonces tener toda una familia amándolo una eternidad entera sobre la tierra (después de la
    rebelión angelical).

    Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba tener una familia divina, llena
    de su amor asombroso que Él siempre ha sentido por su Hijo Jesucristo y por su
    Espíritu Santo toda una eternidad entre las naciones angelicales del reino celestial, para
    que Él entonces por fin descender a vivir con la humanidad entera con bendiciones y glorias nunca antes vistas por nadie. Ésta es una familia que amara a las familias de las naciones, bendiciéndolas con su amor infalible y con su palabra viva que se
    derramara desde su corazón santísimo, demandando no solamente de perfecta santidad de los ángeles del reino angelical, pero igualmente hoy en día de cada hombre, mujer, niño y niña de todas las familias de la humanidad entera.

    Por cierto, nuestro Padre celestial necesitaba empezar su familia divina sobre la tierra, algo que Él empezó a hacer con Adán y Eva en el paraíso, porque Él les avisó, diciéndoles, que jamás coman del árbol de la ciencia del bien y del mal, pero
    únicamente, del árbol de la vida, que es su familia: Su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. Puesto que, nuestro Padre celestial soñaba manifestar su amor
    de su familia divina junto con su palabra de vida, bendiciendo a todos, si sólo le hubiesen
    obedecido, porque Él estaba listo para establecer su nuevo reino aun desconocido por los ángeles, compuesto de sus hijos legítimos y solamente conociendo su gran bondad de su corazón amoroso que les dio vida desde el paraíso.

    Sin duda, nuestro Padre celestial necesita establecer su nuevo reino de sus hijos legítimos, que han renacido del bautismo en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo, porque Él necesita tener un
    nuevo reino, llenó del amor de su corazón santísimo, en donde el pecado no existe jamás en la eternidad. Visto que, nuestro Padre celestial siempre ha vivido con su Hijo Jesucristo, con su Espíritu Santo y con su amor asombroso emanando de su corazó
    n santísimo, manteniéndolos todos juntos como en una familia especial desde siempre, sin jamás tener que lidiar con dificultades, porque es únicamente aquí en donde su amor fluye con su palabra viva de su perfecta voluntad por dondequiera.

    Dado que, es únicamente aquí con su asombrosa armonía divina fluyendo del corazón santísimo de nuestro Padre celestial por su Hijo Jesucristo y por su Espíritu Santo, que los ha mantenido unidos como una familia única, unida por
    la vida eterna, en
    donde su perfecto Espíritu es obedecida en el cielo con los ángeles y en la tierra con la humanidad entera. Por eso, nuestro Padre celestial necesitaba establecer un convenio de vida con Adán y Eva, pero, porque Lucifer engañó a
    la virgen del paraí
    so que fue la mujer y por medio de su amiga conocida como la serpiente antigua del Edén, entonces el pecado entró en Adán y en sus hijos con la intención de contaminar con pecado toda vida humana perpetuamente.

    Ya que, Lucifer entendió que nuestro Padre celestial no solamente lo reemplazaba a él con Adán y sus hijos junto con sus ángeles caídos que pecaron en contra de Él, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo haciéndoles creer en sus mentiras en
    contra del santo nombre fuego, pero igualmente, que el Padre listo estaba creando ya un nuevo reino en su Creación. Por cuanto, éste es el nuevo reino,
    en donde nuestro Padre celestial tendrá a sus hijos nacidos legítimamente de su imagen, viviendo
    conforme a semejanza de su Hijo Jesucristo, y en los poderes cotidianos de los dones y maravillas del Espíritu Santo, porque Él necesitaba exaltar las glorias de su santo nombre, pero únicamente con abundante amor perfecto de sus
    hijos renacidos.

    Por eso, Lucifer tenía que atacar a Adán y a sus hijos sin cesar, pero por Eva su esposa primero, porque no solamente ella sería la madre de cada uno de los hijos nacidos por medio de la nueva creación del Padre celestial, pero igualmente él podía
    tenerla a ella (Eva) como madre de sus hijos pecadores para su reino de tinieblas mundial. Por ende, era importante para Lucifer engañar a Eva en vez de Adán, porque ya ella engañada por la serpiente antigua, que le decía, que
    ella podía comer del
    fruto prohibido, y que todo iba a estar bien con ella misma y con su esposo Adán, entonces los hijos nacerían pecadores para su reino de tinieblas y de terrores indescriptibles, para siempre.

    Ciertamente, una vez que Lucifer hizo que Adán y Eva comiesen del fruto prohibido, entonces esto significa que nuestro Padre celestial había perdido nuevamente su gloria en que Él tenía su mira para obtenerla para su santo nombre fuego en la gloria
    angelical y en la tierra con la humanidad entera, por ende, Lucifer cantaba ya victoria por su reino de tinieblas. Por eso, es que Adán junto con Eva tenía que abandonar la vida maravillosa que nuestro Padre celestial les había entregado a ambos para
    amar, y así, gozarla toda una eternidad no solamente con Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo junto con las huestes angelicales del reino celestial, pero igualmente con los hijos por nacer de muchas generaciones venideras.

    En vista que, nuestro Padre celestial ya les había ordenado a ellos a ser fructíferos para llenar el paraíso y toda su Creación con vida humana, multiplicándose en nacimientos de hijos por generaciones futuras, porque Él necesitaba vivir con ellos
    junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo como en una gran familia,
    creciendo continuamente una eternidad entera por venir. Ciertamente, éste es el nuevo reino de su perfecta voluntad que nuestro Padre celestial ha soñado siempre poseer,
    desde cuando Lucifer con su tercera parte de los ángeles caídos se rebeló en
    contra de su santo nombre fuego, al tratar de controlarlo, algo que está reservado únicamente para su Hijo Jesucristo, el Espíritu Santo y sus hijos por nacer aún.

    Visto que, nuestro Padre celestial había decidido no solamente de no crear más ángeles, reemplazando los rebeldes en contra de Él, su Hijo Jesucristo y
    su Espíritu Santo cuando intentaron controlar su santo nombre fuego, para convertirse en la
    familia reinante así como Dios es, pero, más bien, dar vida a sus hijos por poderes de su amor asombroso para su reino venidero. Ya que, nuestro Padre celestial tiene pensado, así como siempre Él lo pensó una eternidad entera con su Hijo Jesucristo
    y con su Espíritu Santo, crear un nuevo reino de su perfecta voluntad de su corazón santísimo y palabra viva, en donde el pecado no existirá jamás, abriendo paso a su amor apasionado por sus hijos: viviendo y floreciendo en glorias asombrosas,
    siempre.

    Por eso, nuestro Padre celestial empezó a crear un nuevo mundo con cielos gloriosos sobre la tierra, al tener a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac, por
    poderes de su Espíritu Santo, del vientre estéril de Sarah, para que su nuevo
    mundo éste basado
    en su amor asombroso e infalible de su corazón santísimo y así sus hijos lo gocen abundantemente, eternamente. Y aquí, es en donde nuestro Padre celestial
    finalmente gozara de su amor maravilloso que siempre sintió por sus hijos nacidos de su imagen
    y de su alma viviente, pero igualmente al renacer todos ellos eventualmente del
    bautismo en agua del mundo así como cuando nacieron del vientre de sus madres inicialmente, pero, esta vez, sin relación al pecado para su reino venidero.

    Visto que, aquí es donde, nuestro Padre celestial realmente empezara a conocer
    a cada uno de sus hijos no solamente nacidos del vientre estéril de Sarah, por
    los poderes del Espíritu Santo, como cuando su Hijo Jesucristo nacido como Isaac para que
    Jacobo nazca con toda la nación israelita finalmente, pero asimismo de todas las familias de las naciones del mundo entero. Y es aquí, en éste reino glorioso que viene sobre la tierra en cualquier día, empezando en Israel, porque el convenio de vida
    para él existir fue establecido sobre todo Israel, entonces bautizándose todos juntos en agua, instantáneamente la perfecta palabra escrita por el dedo
    de Dios en ellos, se tornara en su perfecta voluntad, obedecida en cada familia
    de las naciones,
    eternamente.

    Efectivamente, es aquí en donde nuestro Padre celestial realmente tendrá una perfecta relación con cada uno de sus hijos nacidos en la casa de Israel y en de las familias de las naciones, porque es aquí en donde nosotros verdaderamente le conoceremos
    así como Él es para cada uno de nosotros, por medio de su Hijo Jesucristo y por su Espíritu Santo. Eventualmente, nosotros estaremos viviendo, renacidos de su imagen y de su alma santísima, así como fue inicialmente cuando Adán nació en el cielo
    para ser perfecto y santo, únicamente conociendo su bondad amorosa no solamente de su Hijo Jesucristo y de su Espíritu Santo, pero asimismo de sus ángeles, porque Adán fue perfecto y santísimo en el día de su linaje celestial.

    Además, nuestro Padre celestial dio vida a todos nosotros no solamente de todo
    Israel y de las familias de las naciones para ser santos y perfectos así como Él es eternamente junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, pero,
    desde que Adán
    y Eva comieron del fruto prohibido, entonces Él ha tenido que rescatarnos del pecado, como Padre nuestro. Visto que, éste es el pecado de haber comido del fruto prohibido, que nuestro Padre celestial les advirtió a Adán y Eva de jamás comer de él,
    porque comiendo de él, morirían ellos y sus hijos, separándose de su amor apasionado, que es su vida eterna junto con su perfecta palabra, bendiciéndolos a todos ellos con asombrosas riquezas cotidianas una eternidad entera.

    Ahora, desde que Adán y Eva comieron del fruto prohibido, pecando en contra de
    Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo que es su familia divina en el cielo con los ángeles y en la tierra con todo hombre, levantando su santo nombre fuego en
    perfecta gloria perpetuamente, entonces Él tenía que rescatar a Adán y a Eva
    del pecado inmediatamente. Por eso, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a su Hijo Jesucristo nacido en una familia humana, por los poderes de
    su Espíritu
    Santo, para que su Hijo amado sea su Cordero con la sangre expiatoria para introducir no solamente su amor apasionado en cada familia humana, pero igualmente su altar de salvación eterna, en donde su sangre borra pecados, eternamente.

    Por ende, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a su Hijo Jesucristo no solamente nacido del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el
    Espíritu Santo, introduciendo en sus vidas su amor salvador y asombroso que la
    raza humana necesitaba
    para salvarse, y así conocerle a Él como el único Dios eterno junto con su Hijo y con su Espíritu Santo. Ciertamente, para que todo esto suceda milagrosamente, entonces nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a su Hijo Jesucristo viviendo
    con Abraham y con Sarah junto con sus hijos adoptados que habían comprado con dinero de extraños, abrigándoles así con el amor de su hogar, para que aprendan a ser hijos de Dios y jamás de ningún maligno, por ejemplo.

    Además, nuestro Padre celestial tenía que haber tenido ya a su Hijo Jesucristo viviendo con Abraham y su familia, al menos tres años, para familiarizarse con su amor asombroso, no solamente derramándolo abundantemente
    sobre su altar que Él ya estaba
    listo para mostrárselo a Abraham, pero igualmente para derramarlo siempre en cada hogar de las familias de las naciones para salvación eterna. Ciertamente,
    nuestro Padre celestial necesitaba a su Hijo Jesucristo viviendo con Abraham y su familia por
    unos años, para que no solamente aprenda de su amor asombroso, sintiendo siempre por sus hijos nacidos pecadores en contra de Él en el paraíso desde que Adán comió del fruto prohibido, pero igualmente Él ha demostrado su amor
    abundante hacia ellos Ã
    ºltimamente desde su altar, perdonándolos.

    Por ello, tan pronto Abraham había vivido unos años que nuestro Padre celestial necesitaba que su Hijo Jesucristo viviese como Isaac con él y con su
    esposa Sarah junto con los hijos adoptados en su mismo hogar, entonces Él necesitaba que Abraham tome
    su amor por su único hijo sobre el altar como ofrenda encendida para empezar a
    complacerlo a Él, eternamente. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a
    Abraham y el amor en que él había empezado a encariñarse, gozándose con su único hijo
    Isaac junto con Sarah y los hijos adoptados, que lo lleve entonces al monte que
    Él mismo le mostraría, camino de tres días desde su pueblo, como desde donde
    él había empezado a conocer su nuevo amor junto con otros momentáneamente.

    Evidentemente, nuestro Padre celestial quería que Abraham lleve a su hijo junto con todo su amor que había aprendido a encariñarse momentáneamente al monte Moriah, en donde él había sido divinamente llamado a ofrecer a su único hijo Isaac junto
    con su corazón rebosando de su amor eterno por él, como en un sacrificio que manifestaría cuánto él realmente ama al Padre, eternamente. Sin duda, sin Abraham darse cuenta, nuestro Padre celestial había hecho a Isaac el centro de
    su amor asombroso
    cuando fue llamado divinamente a ascender con él al monte alto, para tender su
    cuerpo frágil sobre el madero como en una ofrenda encendida al Altísimo en el
    cielo, manifestando así postreramente cuánto realmente él ama al Padre hacia
    toda la
    eternidad celestial.


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