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    Sábado, 07 de Noviembre, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica


    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


    Semilla santa es la CRUZ, nacida de nuestro Padre celestial: salvándote a ti y las naciones con riquezas cotidianas de Canaán:


    Por su gracia: nuestro Padre celestial necesitaba transferir desde la gloria celestial su cruz, que siempre ha existido en Él, porque con ella, siempre ha mantenido su santo nombre fuegos en perfecta santidad con su Hijo Jesucristo, su Espíritu santo y
    sus huestes angelicales, porque ahora Él la necesitaba con sus hijos nacidos de su imagen y de su alma santísima, empezando con Adán. Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba establecer su cruz en Canaán, porque Él realmente necesitaba
    establecer a su Hijo Jesucristo y a su Espíritu Santo en la tierra, con su unigénito ya inmolado desde la fundación del mundo, ya que su arcángel principal, Lucifer, se había rebelado en contra de Él y su santo nombre fuegos, entonces, Él
    necesitaba crear un nuevo lugar para su cruz.


    Aquí es cuando. Nuestro Padre celestial pensaba en ti, tus amados, vecinos y amistades, para que ellos renazcan de su imagen y de su alma santísima en su carne sin pecados y con vida eterna, derrotando a Satanás, ángeles caídos, la muerte ya en la
    rebelión angelical en contra de Él y su santo nombre, y así, tú lo ames a Él con su roca de salvación siempre. Visto que, nuestro Padre celestial te había llamado a ti a amarlo a Él y su santo nombre fuegos en su perfecta santidad, emanando de É
    l: como su semilla santísima, su Unigénito como Isaac, haciéndote así a ti uno con Él y su Hijo Jesucristo, la cruz, sobre el monte Sion, en Canaán, eternamente victorioso sobre pecados, Satanás, demonios, muerte y el infierno tormentoso.


    Por eso, nuestro Padre celestial creó cielos y la tierra con dulzuras interminables, para establecer su semilla santa en ella, que es su cruz, tomando pecados de sus hijos hacia su bautismo en agua, recogiéndolos así con su semilla santa a todos ellos
    del corazón de la tierra, para ser plantada en Canaán, y así, sus hijos vean vida eterna en el paraíso, eternamente justificados. Visto que, esta es la cruz de nuestro Padre celestial, que siempre ha existido en su gloria angelical, llevando su santo
    nombre fuegos con perfecta santidad hacia sus huestes angelicales y hasta que Lucifer quiso controlarlo, dado por las poderosas bendiciones emanando siempre hacia los ángeles, por ende, él lo quería todo para él y para sus ángeles caídos.


    Históricamente, nuestro Padre celestial necesitaba transferir su sacrificio continuo del reino angelical a Canaán, y así, Él poder tener su cruz junto con su santo nombre fuegos, derrotando a Satanás y sus huestes angelicales rebeldes junto con la
    muerte, pero esto tenia que suceder en la tierra y entre las familias de las naciones, quitando así el pecado del infierno tormentoso perpetuamente. Empero, para que esto sea posible: su cruz junto con su santo nombre fuegos, como Dios de Abraham, Dios
    de Isaac y Dios de Jacobo, entonces no solamente tenia que haber derrotado a Satanás, ángeles caídos, familias brujas y la muerte, pero igualmente, tenía que haber quitado el pecado del corazón de la tierra, en donde el infierno sostenía a sus
    hijos en perdición eterna.


    Es decir, que nuestro Padre celestial tenia que derramar de su corazón santísimo sobre Canaán, para que sus hijos tomen su cruz junto con su santo nombre fuegos al corazón de la tierra, en donde el Valle de los huesos secos estaba junto con otros
    infiernos, atormentando familias de naciones, perdidas eternamente: porque ellos murieron en sus pecados, eternamente condenados. Visto que, nuestro Padre celestial necesitaba tocar el corazón de la tierra con su corazón amoroso, quitando así el
    pecado del mundo infinitamente, pero igualmente enriquecer corazones de sus hijos con sus almas vivientes perdidas en el pecado, y así, ellos regresen a vivir nuevamente, pero esta vez: amándole, sirviéndole y alabándole a Él con su santo nombre
    fuegos elevado sobre la tierra entera.


    Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba cambiar el corazón de la tierra con su corazón amoroso, y así, Él consolar los corazones de sus hijos, porque Él estaba haciendo todo el trabajo necesario para quitar el pecado de sus almas vivientes,
    pero igualmente de la tierra entera, para que todos ellos vivan nuevamente: amando, sirviendo y amando su santo nombre fuegos por una eternidad. Y esto es: exaltando su santo nombre fuegos desde el corazón de la tierra, como el Valle de los huesos secos,
    que fue puerta al infierno, hacia Canaán y sus riquezas interminables, poderes y glorias, protegiendo perpetuamente familias de las naciones desde lo alto de Satanás, infierno y la muerte, y así, su nueva tierra nazca con sus hijos, gozando: amor,
    poderes y riquezas.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba cubrir la tierra entera junto con sus hijos naciendo de familias de las naciones de trampas de Satanás, ángeles caídos, la muerte y del infierno tormentoso, y así, ellos regresen nuevamente a vivir en su
    nueva tierra perpetuamente bendecidos por Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo: pero Él tenia que empezarlo todo en Canaán con todos ellos. Por consiguiente, nuestro Padre celestial llamó a Abraham, su amigo, a abandonar a sus padres y
    amistades por la tierra que Él le mostraría a él, porque él iba a vivir una nueva vida, que la tierra entera jamás a conocido, y esta es la semilla santa de su vida eterna, que necesitaba nacer en Canaán, convirtiéndose en su cruz en los últimos
    días.


    Abraham fue obediente al llamado de nuestro Padre celestial para vivir una vida gloriosa en Canaán con su esposa Sarah y su nieto Lot, complaciéndolo a Él y a su Hijo Jesucristo en Espíritu y en Verdad por toda la tierra, y así, las familias de las
    naciones conozcan esta vida gloriosa, naciendo desde Canaán para destruir a Satanás y la muerte para siempre. Esta es la vida eterna de nuestro Padre celestial, emanando de Él, como semilla santa, dándole vida a su Hijo Jesucristo como Isaac del
    vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, que necesitaba ser parte no solamente de hijos prometidos a Abraham, pero igualmente de las familias de las naciones, empezando con los que ya yacían en el infierno tormentoso, culpables de haber pecado.


    Ya que, este fue nuestro Padre celestial descendiendo con Israel antiguo, como su semilla santa, la cruz, tomando no solamente puertas enemigas y con sus ciudades de las familias de las naciones antiguas para ser una sola semilla santa, plantada en Canaá
    n por su diestra, finalmente manifestándose Él mismo con sus hijos purificados del pecado perpetuamente, como su cruz, en Canaán. Legalmente, nuestro Padre celestial necesitaba vestir a cada hombre, mujer, niño y niña con su semilla santa, saliendo
    de Él, como Isaac, por el Espíritu Santo, aunque ya ellos yacían en el infierno tormentoso, condenados por pecar, porque con ellos vistiendo su semilla santa, que es la carne sin pecados, entonces ellos jamás pecaron en sus vidas: por ende, ellos
    pueden vivir nuevamente para siempre.


    Realmente, esta es la cruz de nuestro Padre celestial, emanando de Él, porque siempre ha existido en su naturaleza divina por una eternidad y únicamente su Hijo Jesucristo la podía manifestar para las familias de las naciones, empezando con la familia
    de Abraham, por el Espíritu Santo, y así, Él quitar el pecado para que sus hijos vivan nuevamente en la gloria angelical perpetuamente justificados. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba un lugar en la tierra con sus hijos ya bendecidos no
    solamente por su semilla santa, como su cruz, con su santo nombre fuegos clavados a ellos perpetuamente, derrotando así siempre a Satanás, ángeles caídos, la muerte y el infierno tormentoso desde la gloria angelical, por ende, ellos vivan
    cotidianamente amados y enriquecidos solo por Él, empezando en Canaán.


    Este es Canaán en la tierra de hoy, a donde nuestro Padre celestial llamó a Abraham a vivir allí, porque él iba a engrandecerse, por ende, reconocido en toda la tierra, porque en Canaán Él lo reconocería a él para ser perfecto y santo, así como Ã
    ‰l lo es siempre en la eternidad, pero igualmente sus hijos prometidos, incluyendo las naciones de futuras generaciones. Realmente, únicamente en Canaán nuestro Padre celestial no solamente reconocería a Abraham, pero igualmente a sus hijos prometidos
    de generaciones venideras junto con las familias de las naciones, incluyendo aquellas ya yaciendo en el infierno tormentoso, porque ellos fallaron en lavarse de sus pecados, al no bautizarse en agua y en su santo nombre, para escapar del infierno
    tormentoso: conociendo únicamente riquezas de Canaán diariamente.


    Ya que, esta es la tierra gloriosa que nuestro Padre celestial escogió para vivir con su Hijo Jesucristo, su Espíritu Santo, ángeles, pero igualmente, con cada hijo suyo de Israel y de las familias de las naciones lejos del pecado de Lucifer, porque ú
    nicamente Él los conoce a ellos en persona por una eternidad, empezando con su bautismo en agua, invocando su santo nombre, siempre. Realmente, únicamente en Canaán con su vida eterna en cada hijo suyo de Israel y de las naciones, nuestro Padre
    celestial los conocerá personalmente a ellos, porque todos renacidos en su bautismo en agua, ellos serán perfectos y santos, así como Él lo es infinitamente: Porque ellos estarán viviendo en su semilla santa, nacida de Él por su Hijo Jesucristo y
    por su Espíritu Santo.


    Definitivamente, nuestro Padre celestial es perfecto y santo únicamente conociendo a su Hijo Jesucristo, y únicamente su Hijo conoce al Padre, por ende, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac
    y Dios de Jacobo, instantáneamente tú serás reconocido por Él en su carne sin pecados en la gloria angelical junto con sus huestes angelicales infinitamente enriquecido. Francamente, esta es la semilla santa de nuestro Padre celestial, su Hijo
    Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, para que Abraham viva su vida eterna en Canaán con su único hijo Isaac; por ello, Abraham fue llamado al monte Sion, descansando sobre el Moria, reconocido perfecto y
    santo en el cielo, así como nuestro Padre lo es perpetuamente.


    Dignamente, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo naciendo como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo, reconociéndolo a Abraham perfecto y santo ante Él, así como Él lo es infinitamente, porque esto fue lo que Él le
    dijo a él inicialmente: tú tienes que ser santo y perfecto, así como Yo siempre, y entraras en la gloria angelical, eternamente justificado. Legítimamente, Abraham fue declarado perfecto y santo sobre el monte Sion, descansando sobre el Moria, porque
    él había vivido con su único hijo Isaac: clavado a su carne sin pecados y sangre expiatoria en sus manos y en sus pies, para ser declarado santo y perfecto infinitamente, así como el Padre lo es siempre, y así, él entre en la vida eterna,
    eternamente justificado.


    Verdaderamente, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por su Espíritu Santo, porque Él mismo es la cruz, como semilla santa, dándole vida a Isaac, pero igualmente a Jacobo y los patriarcas
    israelíes junto con los hijos prometidos por generaciones venideras, convirtiéndose en cruz sobre el monte Sion, en Canaán, salvando la tierra entera finalmente. Así es: como nuestro Padre celestial conocerá a cada hombre, mujer, niño y niña de
    Israel y de las naciones, porque bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, entonces, tú mismo serás su semilla santa, así como su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, reconociéndote a ti finalmente, cuando tú mismo vivas con Ã
    ‰l por una eternidad entera, empezando en Canaán.


    Categóricamente, nuestro Padre celestial siempre fallara en ver a cualquiera en Israel y en las naciones, porque ellos han comido del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, sin embargo, al tú participar de su pan y vino, nacido
    de Él, como su semilla santa, por su Hijo Jesucristo y por su Espíritu Santo, entonces, Él te reconocerá para siempre. Verdaderamente, en los últimos días, personas se presentarán delante de Él, entonces, Él les preguntara: Como han llegado
    hasta aquí arriba tan cerca de mí en el reino angelical, porque ellos habrán llegado a Él en la carne pecadora, por no haberse bautizado en agua, declarándoles a todos ellos injustos: apártense de mí, hacedores de maldad, nunca los conocí, Él
    les dirá finalmente.


    Legítimamente, nuestro Padre celestial te reconocerá a ti, como hijo suyo, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad des su nombre para abandonar la carne pecadora y el espíritu de error por la carne sin pecados y su Espíritu Santo, en donde
    reconocido serás, como obrero de su perfecta voluntad en la tierra finalmente, y así, tú lograras tu lugar en el cielo, eternamente enriquecido. Considerando que, en la gloria angelical: nuestro Padre celestial solamente conoce a su Hijo, y su Hijo
    solamente conoce al Padre, por consiguiente, Él entregó parte de Él mismo, como su semilla santa, por su Hijo Jesucristo y por su Espíritu Santo, naciendo como Isaac y luego de la hija virgen igualmente, y así, Él finalmente reconocerte a ti, como
    hijo suyo en la tierra.


    Verdaderamente, bautizado en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, entonces, tú abandonaras la carne pecadora y el espíritu de error por la carne sin pecados y el Espíritu Santo,
    reconociéndote así a ti nuestro Padre celestial, como un hijo suyo, perfecto y santo, así como Él lo es en la eternidad. Actualmente, esta es la semilla santa de nuestro Padre celestial, nacida de Él, como Isaac por su Espíritu Santo, en donde tú
    serás clavado a su cruz de sus manos y pies con clavados de bronce, para ser uno con Él por una eternidad entera, empezando en Canaán, en donde Él te enriquecerá a ti con riquezas del cielo y del mundo entero igualmente.



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