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Sábado, 30 de septiembre, 2017 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
LA VOLUNTAD PERFECTA DEL PADRE DE T ESTÁ EN SU JURAMENTO A ISAAC SOBRE JERUSALÉN:
Nuestro Padre celestial llamó a Abraham muy de mañana, porque Él tenía que llevar a su único Hijo Yeshua jaMashíax (Jesucristo) como Isaac, al que había aprendido amar más que su vida a la tierra del Moriah, en donde Él estaría esperando por é
l para sacrificar a su único hijo Isaac, como un sacrificio ardiendo en su amor inagotable, para siempre. Porque el tiempo había llegado para que nuestro
Padre celestial establezca un pacto de vida con Abraham, que empezara con su Hijo Jesucristo como
Isaac sobre el monte santo de Jerusalén, descansando sobre el monte Moriah, llenó de su vida eterna y con cada promesa cotidiana y de riquezas interminables, para que sus hijos llenen la tierra, enriqueciendo su Gran Reino
venidero.
Éste es el altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, que Abraham jamás había conocido antes, pero ahora porque
él había vivido ya muchos años con su único hijo Isaac desde que nació del
vientre esté
ril de Sarah, por el poder del Espíritu Santo, entonces estaba listo para subirlo, descansando sobre el monte Moriah perfectamente. Éste era un importante Juramento que nuestro Padre celestial tenía en mente hacerlo desde que creó el cielo y la
tierra y con toda su humanidad, pero siempre falló de encontrar la persona apropiada para hacerlo, hasta que finalmente encontró a Abraham, que le entregó a su único Hijo Jesucristo para que nazca de él maravillosamente, por los poderes del Espí
ritu Santo.
Porque solamente por medio de su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo es que Él podía empezar su obra divina que necesitaba hacer en la tierra y con la humanidad entera, para que todos renazcan por medio de la gracia y misericordia
de su Hijo
Jesucristo junto con el Espíritu Santo, para que la vida eterna sea posible en
toda su Creación. Nuestro Padre celestial encontró lo que buscaba entre todas
las familias de las naciones, y sólo hasta que vio cómo Abraham y Sarah cuidaban
diligentemente de los necesitados, aunque ellos no tenían hijos de sí mismos,
porque el vientre de Sarah estaba estéril y Abraham había envejecido considerablemente, por lo tanto, el poder para tener su propio hijo era demasiado tarde ya.
Nuestro Padre celestial vio en Abraham y en Sarah la pareja que siempre busco por todo el paraíso y en toda la tierra, porque Él necesitaba tener una familia humana en donde Él podía descender a vivir entre ellos con su amor prehistórico, que
postreramente vendría a ser su altar del sacrificio continuo en Canaán, para vivir con sus hijos legítimos perpetuamente. Por ello, cuando nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo estaban listos para encontrarse con Abraham,
para entonces Él mismo ofrecerle a su unigénito a que nazca del vientre estéril de Sarah como su hijo legítimo, ciertamente fue para hacer su Juramento a Isaac, garantizando así por todo bautismo no solamente vida eterna, pero igualmente protección
y riquezas inagotables.
Por medio de éste Juramento, que nuestro Padre celestial establecería con Isaac, seria para postreramente confirmado con su primogénito Jacobo en todo Israel, para establecerlo eternamente con sus hijos nacidos del Espíritu Santo
en generaciones
futuras, así como su Hijo Jesucristo nació como Isaac primeramente, estableciendo así vida eterna en la humanidad entera para gobernar a todas las
naciones, perpetuamente. Nuestro Padre celestial necesitaba establecer su misma
vida eterna mundialmente
con Abraham y con Sarah al nacer su Hijo Jesucristo como Isaac, por los poderes
del Espíritu Santo, para finalmente poder conquistar su tierra escogida, en donde Él establecerá sus ciudades y su dulce hogar para casarse con Israel y con las familias
de las naciones, bañados todos en su amor eterno.
Éste es el amor prehistórico que siempre ha existido en la gloria celestial con nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo para vivir
en armonía con todas las naciones creadas de ángeles, arcángeles, serafines,
querubines, y
demás seres celestes que desconocemos, porque son ángeles sin conocer aún porque son extremadamente santos, para ser contemplados por nosotros los humanos. Sin embargo, cuando somos bautizados en agua en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, entonces habremos abandonado el espíritu de error que regresa al fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, para recibir su Espíritu Santo, para finalmente renacer de su imagen y de su alma viviente por
el bautismo del Espí
ritu Santo.
Aquí es cuando estaremos listos no solamente para ver a nuestro Padre celestial en persona en el Lugar Santísimo, del altar del amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con el Espíritu Santo, pero igualmente tendremos los poderes perfectos
de santidad para encontraremos con cada ángel, dado a nosotros por el Padre celestial. Ya que, estos son ángeles importantes, que necesitamos ser administrados por ellos, como con los siete años de riquezas que vendrán a nosotros de parte del Padre
y de su Lugar Santísimo, porque habremos obedecido a su llamado de ser bautizados en agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre, finalmente para ser bautizados y renacidos en su imagen santísima, perpetuamente.
Sólo entonces nosotros seremos verdaderamente sus hijos legítimos, porque ya no estaremos viviendo en el espíritu de error y en la carne pecadora, porque ahora vestiremos de su Espíritu Santo y de su carne sagrada, en donde su vida eterna es
finalmente posible en nosotros, viviéndola gloriosa y maravillosamente en la tierra y en el cielo, conquistando glorias para su santo nombre. Por eso, es que una vez su Hijo Jesucristo nació del vientre estéril de Sarah como Isaac,
entonces Él podía
finalmente establecer su Espíritu Santo junto con su carne sagrada, para que los huesos inquebrantables y la sangre reparadora sea posible en la humanidad entera, para Él mismo vivir su vida personal no solamente en Canaán, pero por
el mundo entero,
perpetuamente.
Ahora, cuando nuestro Padre celestial le dijo a Abraham que lleve a su único hijo Isaac al monte que Él le enseñaría, entonces fue para establecer su Juramento con su unigénito como Isaac nacido del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo,
para Él mismo enriquecerte con su amor perfecto e inagotable que te llevara a la vida eterna del cielo. Y es aquí, en donde nuestro Padre celestial mientras
Abraham ponía a su hijo Isaac sobre el madero y listo para el sacrificio como ordenado
inicialmente, derramando de la sangre reparadora sobre el madero y fuego como en un sacrificio en su proceso normal, complaciendo al Padre celestial, entonces fue de pronto detenido por una voz divina, diciéndole que deje al niño.
Nuestro Padre celestial finalmente llegó el lugar del monte santo, en donde Él necesitaba estar con Abraham y con su único Hijo Jesucristo nacido como Isaac, para que éste evento glorioso tomase lugar, en donde Él levantaría sus manos santas sobre
su altar del amor prehistórico y su santo nombre fuego, Juramentando a Isaac su vida eterna y sus riquezas inagotables, perpetuamente. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial le prometió a Isaac y a todos sus hermanos y hermanas de jamás falsear su
palabra salida de su boca como de gracia, misericordia, verdad y justicia divina que Él personalmente había Juramentado mantenerlas firmes, destruyendo
así todo pecado, enfermedades, problemas, conflictos, guerras, holocaustos y muertes para que vivan
su vida eterna hasta lo máximo, siempre.
Aquí es en donde nuestro Padre celestial se bautizó con su Espíritu Santo de
su grande Gracia, de su grande Misericordia, de su grande Verdad y de su grande
Justicia Divina, bendiciendo así a su unigénito y a su Espíritu Santo con cada hombre,
mujer, niño y niña de Israel y de las naciones para glorias venideras de su nuevo reino celestial. Esto nos dice también que nuestro Padre celestial al levantar sus manos sobre Isaac y su santo nombre fuego sobre el altar del amor prehistórico,
entonces Él lo hizo, para jamás falsear sus promesas, para que toda su vida eterna sea finalmente posible sobre toda la tierra junto con sus bendiciones y riquezas cotidianas para sus hijos bautizados en su Espíritu Santo.
Puesto que, éste es el Lugar Santísimo que nuestro Padre celestial había traído al mundo cuando su Hijo Jesucristo nació como Isaac del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, para que Él sea el primero no solamente de bautizarse de él,
pero igualmente hacer su Juramento a Isaac para bendecir a sus hijos continuamente con su vida eterna, y riquezas. Ciertamente, éste es el comienzo
del nuevo reino angelical de nuestro Padre celestial que desea establecer en el
mundo entero, empezando
en Israel, la tierra prometida, porque esto no es solamente lo que quería hacer desde la rebelión angelical en contra de su santo nombre fuego, lanzándolo a todo ángel rebelde al infierno, pero igualmente desea cumplir todas sus promesas a Abraham.
Éste es el nuevo mundo que nuestro Padre celestial ha empezado con Abraham cuando ascendió al monte santo de Jerusalén, descansando sobre el monte Moriah, manifestado a él para sacrificar a su único Hijo Jesucristo como Isaac, para que su amor
divino finalmente empiece a regarse desde su familia de generaciones futuras y hasta alcanzar las naciones con su voluntad perfeccionada, perpetuamente. Éste
es el nuevo mundo que nuestro Padre celestial ha preparado desde su altar del amor prehistó
rico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, en donde Él fue
el primero en ser bautizado con su gracia, misericordia, verdad y justicia divina, para que Abraham y sus hijos por nacer aún sean bautizados igualmente con su perfecta
voluntad, y salvación.
Éste es el mundo maravilloso que nuestro Padre celestial siempre soñó obtener con sus hijos renacidos del bautismo en agua, invocando su santo nombre
fuego junto con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, finalmente para renacer de su imagen en
su nuevo mundo angelical, complaciente grandemente con toda su verdad y su justicia infinita hacia toda la eternidad venidera. Ya que, éste es el mundo que nuestro Padre celestial siempre soñó en su asombrosa mente, corazón, alma, fuerza y vida,
incluyendo a cada hombre, mujer, niño y niña descendientes de Adán y Eva, porque desde aquí todo empieza nuevamente y sin Lucifer que ofende a su santo nombre fuego, para vivir con sus hijos renacidos de su imagen y alma viviente, perpetuamente.
Además, todo empezó en el hogar de Abraham cuando Sarah parió a su unigénito Jesucristo como Isaac, introduciendo así el cuerpo glorificado que se necesitaba para vivir la vida eterna en Canaán y ante la mirada de sus hijos yaciendo en el Valle de
los huesos secos y junto con las naciones antiguas del infierno, porque murieron sin pacto y sin sacrificio. Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial que Abraham sacrificase a sus tres carneros partidos en sus mitades y opuestas entre
ellas sobre la roca, salpicada con sangre, para Él regresar con su antorcha y su santo nombre ardiendo y caminando entre los sacrificios, iluminando las tinieblas de Abraham, porque su hijo sacrificado, transformara la tierra eventualmente en un Gran
Reino Celestial.
Éste es el mundo que nuestro Padre celestial tiene que siempre expandirlo desde su Lugar Santísimo de su amor prehistórico, descendido del cielo con Isaac y con su Espíritu Santo, porque este es el Lugar Santísimo en donde Él
levantó sus manos
primeramente hacia su santo nombre fuego Jurándole a Isaac de transformar toda
vida y el mundo en su Gran Reino Angelical. Es decir también que quienquiera de Israel y de las familias de las naciones se bautice en agua, invocando la perfecta santidad
de su santo nombre fuego junto con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo, entonces su Gran Reino estará expandiéndose por todos los lugares de la tierra y hasta que sea visible ante las naciones por completo, hacia la eternidad.
Por eso, después de que nuestro Padre celestial se dio cuenta que Israel había nacido por completo en cautiverio egipcio, y que habían acumulado los pecados de todas las familias de las naciones por cuatrocientos años, entonces
Él estaba listo para
bautizarlos en el mar Rojo, y Satanás estaba listo para pasarlos por sus siete
años de hambre, y del holocausto fatal. Porque Satanás necesitaba que Israel muriese aun viviendo en el espíritu de error y en la carne pecadora, en donde jamás resucitar
an de la muerte como reyes, sacerdotes, jueces y templos a su santo nombre fuego sobre el monte santo de Jerusalén, en donde su santo nombre fuego tiene que crecer así como su población crece, conquistando maravillosamente el mundo entero,
perpetuamente.
Puesto que, éste es el Plan de Salvación de nuestro Padre celestial para las naciones junto con toda la tierra, porque al establecer su altar sobre el monte
Sión cuando su Hijo Jesucristo nació como Isaac, entonces Él pudo proceder con su Juramento
hacia a Isaac de bendecir a sus hijos legítimos, para que su Gran Reino crezca
por el mundo entero. Es decir, que cuando quienquiera en Israel y en las naciones renace del agua, invocando la perfecta santidad de su santo nombre fuego junto con su unigé
nito y su Espíritu, entonces su nuevo reino se expande mundialmente, empujando
así a Satanás y a sus ángeles caídos hacia el infierno, en donde Él finalmente los lanzara en el lago de fuego, la segunda muerte.
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