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All on Tuesday, September 18, 2018 15:43:02
Sábado, 15 de Septiembre, 2018 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
EN EL JURAMENTO A ISAAC: UNA TIERRA NUEVA ESPERA YA: EN DONDE TÚ VIVES HOY RIQUEZAS DE SU AMOR:
Nuestro Padre habÃa destruido la tierra con un gran diluvio en los dÃas de Noé, que la única gente que se salvó fueron los de su familia, como sus hijos y esposas, incluyendo un par de macho y hembra de toda especie del reino animal, y asÃ, Él
pueda empezar un nuevo mundo para su altar del amor eterno de su familia divina. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba destruir la tierra y con su humanidad entera, porque Él tenÃa el poder para recrearla no solamente
a toda ella como una
nueva tierra con cielos gloriosos y espaciosos lleno de vida, pero igualmente, Él podÃa darle vida nuevamente a las familias de las naciones por el altar del amor de su familia divina, y con perfecta salvación.
Por cierto, el corazón de nuestro Padre celestial sufrÃa por la pérdida de tanta vida humana no solamente al pecado y la violencia por toda la tierra, pero igualmente, por la pérdida de todo lo que Él les habÃa dado a ellos que
gocen en todos sus dÃ
as con la esperanza que encuentren su camino al cielo, obedeciendo sus palabras únicamente. En aquellos dÃas, el corazón de nuestro Padre celestial
estaba herido por lo que Lucifer le habÃa hecho a su santo nombre, engañando una tercera parte de á
ngeles, creyendo en un reino mayor posible con mentiras, maldiciones y males, pero igualmente, Él estaba herido viendo a Adán y Eva engañados con mentiras
amenazando continuamente de destruir todas las huestes angelicales eternamente.
Al nuestro Padre celestial experimentar esta maldad de Lucifer y de sus ángeles caÃdos, y ahora, el pecado habÃa tomado a Adán y Eva junto con sus hijos de generaciones futuras no con su imagen perfecta en ellos, pero con ella
desfigurada enteramente
por el fruto prohibido que ambos comieron con la serpiente del árbol de la ciencia del bien y del mal. Sin embargo, aunque Lucifer junto con los ángeles caÃdos habÃan logrado mucho daño en contra de nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su
EspÃritu Santo, al tratar de tomar control de su santo nombre fuego, ya que quien sea que tenga el santo nombre entonces tiene también control y poderes del altar del amor prehistórico, para hacer lo que sea.
Por ello, Lucifer necesitaba tomar control del santo nombre de nuestro Padre celestial, que es siempre alabado por las huestes angelicales sobre el monte Sion, en donde siempre ha existido eternamente: porque es aquà en donde Él junto con su Hijo y con
su EspÃritu Santo gozan de la roca de salvación, rindiéndole abundante amor y felicidad inagotable a su familia divina. Por eso, es que el mal que Lucifer habÃa hecho en contra de nuestro Padre celestial, su Hijo Jesucristo y su EspÃritu Santo, es
tan grande, que Él tenÃa que moverse con diferente poderes, dones y glorias desconocidas por Lucifer y sus ángeles caÃdos, y asÃ, derrotarlo con su santo nombre fuego y su palabra viva emanando constantemente de su corazón bendito.
Estos son poderes, dones y glorias, haciendo grandes milagros, maravillas y señales constantemente en el cielo y sobre toda la tierra que hasta nuestros dÃas las huestes angelicales han fallado siempre en entenderlas, porque emanan
del corazón santÃ
simo de nuestro Padre celestial, retomando de Lucifer lo que se habÃa perdido y asà empezar una Creación nueva, y con todo renovado gloriosamente. Este es el corazón santo de nuestro Padre celestial continuamente lastimado por lo que
el pecado de
Lucifer ha hecho en contra de su santo nombre fuego, su Hijo Jesucristo, su EspÃritu Santo, las huestes angelicales, y a Adán y Eva junto con sus hijos nacidos por generaciones futuras: por ende, Él tenÃa que derramar todo su corazón, llorando por
un nuevo reino.
Y para que esto sea posible, nuestro Padre celestial necesitaba encontrar a alguien digno de recibir su amor infalible, sus lágrimas, fe (poderes, dones, maravillas y señales en el cielo y en la tierra (en donde lo imposible es posible)), pero, Él
nunca encontró a nadie, porque todos habÃan muerto y en el infierno ya, que Él necesitaba seguir buscando hasta encontrarlo pronto. Además, nuestro Padre
celestial necesitaba tener su altar del amor prehistórico descendido del cielo, residiendo en
una de las familias de las naciones, que Él encuentre digna de recibirlo con todo su amor infalible, lagrimas junto con su grande Gracia, su grande Misericordia, su grande Verdad y su grande Justicia Divina, y asÃ, empezar la vida nuevamente sin el
pecado mundialmente.
Este es el dÃa que nuestro Padre celestial habÃa buscado siempre con su Hijo Jesucristo y con su EspÃritu Santo entre todas las familias de las naciones, pero, ellos ya habÃan todos descendido al infierno tormentoso, ya que ellos fallaron en conocer
su santo nombre, ni jamás ofrecieron el derramamiento de sangre de corderos para cubrir pecados de sus vidas. Por ende, todo lo que el corazón santo de nuestro Padre celestial tenÃa que derramar, entonces tenÃa que ser sobre toda
la tierra, y con una
de las familias de las naciones, que Él mismo haya escogido para que todo le sea posible: y esto es el derramamiento de su corazón santo sobre alguien digno de recibirlo entero inmediatamente, y para siempre.
Esta fue la única manera posible, en donde nuestro Padre celestial finalmente derramarÃa del contenido de su corazón santÃsimo, afligido por el pecado de Lucifer, maldiciones, Ãdolos y otros males en que la humanidad entera se iba tras de él, como
si fuera algo en que ellos se gozarÃan con él siempre, sin darse cuenta que estaban ofendiendo al Padre en el cielo. Definitivamente, nuestro Padre celestial necesitaba derramar toda aflicción de su corazón santo sobre la humanidad entera, por los
males que Lucifer habÃa causado no solamente al reino angelical pero igualmente a sus lugares celestiales, como desde donde su santo nombre fuego es
siempre alabado y exaltado, pero lo peor fue que Él habÃa perdido a sus hijos
por las mentiras de
Lucifer.
Ciertamente, con el corazón de nuestro Padre celestial derramándose sobre uno
de los montes altos, que Él mismo escogió, encontrándose con el hombre de familia y con su hijo yaciendo sobre el madero del altar del amor prehistórico, entonces, Él
verdaderamente puede empezar la vida humana nuevamente, pero, esta vez, será su única vida eterna, y llena de riquezas inagotables sobre la tierra. Y este es un nuevo mundo que Lucifer jamás lo entenderá junto con sus ángeles caÃdos, porque emerge
del corazón santÃsimo, afligido en el cielo y en la tierra por generaciones, por causa del pecado haciendo que familias inocentes desciendan al infierno (creyendo mentiras e Ãdolos), pero, con el amor infalible de su corazón santÃsimo, Él puede
rescatarlos con su verdad pronto.
Realmente, después de nuestro Padre celestial haber visto a las familias de las naciones descender ya al infierno tormentoso, porque Lucifer le dio de comer a Eva y luego a Adán por medio de la serpiente del fruto prohibido, para
que sus hijos nazcan
en la tierra con su imagen divina completamente desfigurada para el fruto de vida, entonces, Él deseaba rescatarlos. Por ende, nuestro Padre celestial necesitaba restaurar inmediatamente su imagen divina en cada hombre, mujer, niño y niña de toda la
tierra, para que ellos empiecen a comer y a beber del pan y vino, servido diariamente por su Hijo Jesucristo en su Mesa santa del cielo, para mantener a los ángeles siempre perfectos, poderosos, y fielmente consagrados a su santo nombre.
Además, esto es exactamente lo que nuestro Padre celestial necesitaba hacer con todas las familias de las naciones, que Lucifer junto con sus ángeles caÃdos y secuaces habÃa engañado, haciendo que ellos pierdan sus vidas a la muerte y el infierno
tormentoso, añadiendo asà aflicciones a su corazón santÃsimo ya herido, que
Él tenÃa que derramarlo enteramente sobre toda la tierra finalmente. Por ende, nuestro Padre celestial necesitaba salvar a sus hijos de la humanidad entera ya sufriendo en
el infierno tormentoso la culpa del pecado de haberle fallado en servirle a Él
sobre su altar del amor prehistórico, como desde donde Él les hablaba por sus
ungidos que siempre les envió a ellos sin cesar, para que regresen a Él todos, bautizados en
agua.
Es decir, también que nuestro Padre celestial siempre les estaba hablando a toda gente del mundo entero con su altar de su amor prehistórico, para que ellos vengan a ver su gloria: porque Él estaba listo para recibirles con sus brazos abiertos y
salvadores, como ahora mismo, alcanzándolos con sus poderes asombrosos que Lucifer y sus ángeles caÃdos fallaron en derrotar siempre. Ciertamente, nosotros podemos ver como nuestro Padre celestial lidio con Abraham y con su hijo Isaac sobre el altar
del amor prehistórico, descansando sobre el Moriah, pero igualmente, nosotros podemos ver como Él mismo fue por el camino para encontrarse con Jacobo que iba hacia Paddan-aram para escoger a una de las hijas de sus parientes como su esposa, y empezar
su familia.
Con gracia, nuestro Padre celestial le hablo a Jacobo en Luz (pueblo pequeño),
en donde él descanso por la noche antes de seguir hacia sus parientes para escoger a una de sus hijas como esposa, porque él habÃa decidido formar la nación dorada, que
nuestro Padre celestial necesitaba, para transitar por las generaciones con su corazón afligido, lastimado, llorando por sus hijos perdidos. AllÃ, Jacobo escogió una roca cercana, descansando su cabeza sobre ella, porque nuestro Padre celestial estaba
con él para dormirlo, asà como hizo con Adán en el cielo, dándole milagrosamente a su esposa Eva, pero con Jacobo, Él le estaba dando su esposa de Paddan-aram y, al mismo tiempo, a sus hijos como su nación dorada, e incontables como las estrellas
del firmamento.
En ambas ocasiones, nuestro Padre celestial puso a dormir a Adán en el cielo para entregarle a su esposa Eva de su quinta costilla junto con sus hijos incontables como las estrellas del cielo arriba, porque Él tenÃa en mente su nuevo reino de su
perfecta voluntad que derramarÃa sobre la tierra pronto abundantemente, y asÃ, con Jacobo Él hizo lo mismo. En la tierra, nuestro Padre celestial tenÃa que encontrarse con Jacobo sobre el monte Sion, en donde Él recibió a Abraham junto con su hijo
Isaac su padre, estableciendo asà un convenio importante y perdurable por generaciones incontables, porque Él ya habÃa dado vida milagrosamente a su familia divina en su corazón, convirtiéndose en una nación digna de recibirlo postreramente con
nuevas glorias.
Aquà es cuando, Jacobo se durmió profundamente, viendo el altar del amor prehistórico de nuestro Padre celestial, como en donde su Hijo Jesucristo fue inmolado desde la fundación del mundo para crear a la humanidad entera junto con todas las cosas
que vemos sobre toda la tierra y sus océanos vastos, lleno todo de vida, sirviéndoles a sus hijos por generaciones incontables. Y es qui, en donde nuestro Padre celestial necesitaba a Jacobo que establezca un convenio de vida y de bendiciones
interminables sobre la tierra y el cielo, porque cuando Jacobo vio la escalera y los ángeles ascendiendo de la tierra y otros descendiendo del cielo, entonces él se dio cuenta de que estaba ante la Casa de Dios que jamás habÃa
conocido.
Aquà es cuando, nuestro Padre celestial espero por Jacobo sobre su altar del amor prehistórico, porque Él necesitaba que él le confiese con sus labios a Él en el cielo, diciendo, si me bendices: vistiendo me cuerpo con ropa, me proteges del peligro,
y me garantizas mi llegada a mi destino final—entonces, Tú será mi Dios, y el Dios de mis hijos, perpetuamente. Este fue un convenio importante de riquezas sin fin que nuestro Padre celestial necesitaba establecer con Jacobo, porque Él no solamente
necesitaba transferir todas sus bendiciones ya entregadas a Abraham e Isaac, pero igualmente, Él necesitaba asegurarse que Él siempre tendrÃa un convenio
poderoso de cada dÃa, en donde Él continuara derramando de sus bendiciones sobre sus hijos por
generaciones venideras.
Sin duda, este fue un convenio de bendiciones y de riquezas interminable que Jacobo necesitaba establecer con nuestro Padre celestial y con su EspÃritu Santo, porque fue su EspÃritu guiándolo hacia la mujer que escogerÃa como esposa, dándole sus
primeros hijos, iniciando asà la nación soñada de nuestro Padre celestial, y
que necesitaba tenerla sobre la tierra toda una eternidad entera. Y esta es la nación israelà que nuestro Padre celestial necesitaba establecer sobre la humanidad entera,
recibiendo sus cosas santÃsimas del reino angelical, como sus Diez Mandamientos, su tabernáculo de reunión con su Lugar SantÃsimo, y demás: porque Él estaba listo para mudarse a su nuevo dulce hogar, en donde Él se casara con Israel junto las
naciones, amándolo grandemente toda una eternidad.
Por consiguiente, esta es una nación que necesitaba nacer no solamente de los poderes y dones del EspÃritu Santo, pero igualmente de su palabra viva, de un reino maravilloso, que es una nueva tierra con cielos gloriosos y esplendidos, en donde nuevas
glorias serán manifestadas nunca antes vistas por nadie, porque solamente existen en su corazón santÃsimo de su perfecta voluntad. Estas son glorias de
su perfecta voluntad que Él necesitaba derramar sobre alguien digno de recibir
su santo nombre y
su rostro resplandeciente, restaurado sobre sus hombros: en donde Él derramarÃa cada lagrima nacida de su corazón afligido, lastimado, por culpa de la maldad de Lucifer en el cielo con los ángeles y en la tierra con las familias de las naciones.
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