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    Sábado, 29 de Agosto, 2020 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica


    (Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)


    La CARNE de Isaac es del PADRE para ti: viviendo TÚ su vida sin pecado cada día en la tierra siempre:


    Realmente, nuestro Padre celestial se sentía lejos de su dulce hogar sin sus hijos, porque Lucifer engañó a Eva por la serpiente del Edén, haciéndola comer del fruto prohibido, del árbol de la ciencia del bien y del mal, algo que nuestro Padre
    celestial les avisó jamás hacer, porque cuando coman de él, morirían, y desde aquel día los extraña mucho siempre. Amorosamente, nuestro Padre celestial inmoló a su Cordero escogido, que es su Hijo Jesucristo, desde antes
    de la fundación del
    mundo, porque Él necesitaba crear un reino nuevo, en donde Él continuaría viviendo su vida eterna, así como siempre lo ha hecho con su familia divina, que es su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo, en donde el pecado no existió jamás entre ellos.


    A tiempo, con gran cuidado: Nuestro Padre celestial creó el cielo y la tierra con su Hijo Jesucristo, como epicentro de su sacrificio continuo, porque después de crear la tierra, entonces, Él deseo poblarla con sus hijos nacidos
    de su imagen para
    vivir a semejanza de su Hijo Jesucristo, que es su carne sagrada, en donde no hay pecado por una eternidad entera. Además, nuestro Padre celestial había aprendido no solamente a amar a Adán y a Eva junto con sus hijos de generaciones futuras, llenando
    la tierra con familias y naciones, pero igualmente, Él había aprendido a vivir con ellos, gozando grandemente de su relación con ellos en la gloria celestial, como el paraíso, por ende, Él los quería de regreso a Él inmediatamente.


    Dándose cuenta, nuestro Padre celestial, que él necesitaba continuar viviendo
    con Adán y Eva junto con sus hijos de generaciones venideras, porque Él los veía a ellos amándolo a Él, así como Adán y Eva junto con su Hijo Jesucristo y su Espíritu
    Santo lo han amado a Él y su santo nombre fuegos siempre, y hasta que Él vio a sus hijos pecar. Visto que, esta es una relación gloriosa de nuestro Padre celestial con Adán y Eva, compatible con Él, así como su relación inseparable que Él siempre
    ha gozado con su Hijo Jesucristo y con su Espíritu Santo, deseando siempre más del amor de sus hijos, como nunca antes, porque Él realmente siente su relación de su familia divina con ellos en el paraíso infinito.


    Ciertamente, nuestro Padre celestial ha extrañado el amor asombroso de sus hijos, como Adán y Eva nacidos de su imagen para vivir conforme a semejanza de
    su Hijo Jesucristo, como la carne sagrada y la sangre expiatoria llena de vida infinitamente,
    llenando así la tierra entera de sus hijos amorosos, invitándolo a Él y con su reino entero a vivir con ellos amado nuevamente. Sin embargo, no importa realmente cuanto Él ame a sus hijos, como Adán y Eva junto con sus hijos viviendo en generaciones
    futuras en la tierra, entonces, Él sigue fallando para descender a ellos, por culpa de haber comido del fruto prohibido, dado que Él es extremadamente santo, pero Él tenia un plan para descender a vivir con ellos, como antes en el paraíso.


    Verdaderamente, nuestro Padre celestial lloraba por verlos regresar a Él, porque ellos habían nacido de su imagen y de su alma santísima, por ello su corazón santo deseaba tenerlos de regreso para vivir esta vida maravillosa, que ellos la habían
    empezado a vivir en largos días y eternos del paraíso, pero el pecado fue la barrera que tenia que ser removida enteramente pronto. Ciertamente, nuestro Padre celestial pasaba su tiempo, buscando, cómo Él podía hacer que sus hijos regresen a Él
    nuevamente, porque Él extraña esa vida maravillosa, vivida ya por Él junto con ellos en el paraíso hasta que Lucifer con la serpiente engañó a Eva para
    destruir a Adán y a sus hijos, destruyendo sus vidas que habían aprendido a amarlo a Él para
    siempre.


    Además, el amor infalible de nuestro Padre celestial por sus hijos, como Adán
    y Eva junto con sus hijos viviendo en generaciones futuras, era inmenso, que su
    corazón santísimo se derramaba por ellos, llamándolos continuamente desde la
    gloria
    angelical, para que oigan su voz de Padre, llamándolos a que regresen a su hogar inmediatamente, pero no oían su voz por culpa del pecado. El pecado de Lucifer continuamente bloqueaba el llamado del corazón santísimo de nuestro Padre celestial por
    sus hijos a que regresen a su dulce hogar, porque su amor seguía creciendo hacia ellos, y extrañándolos grandemente, por ello, Él los quería cerca de Él, viviendo esa vida gloriosa ya empezada en el paraíso, y vivirla nuevamente juntos con su Hijo
    y con su Espíritu Santo.


    Realmente, la voz de nuestro Padre celestial solamente puede oírse en la carne
    sagrada y en la sangre expiatoria, dada no solamente a Adán y a Eva y sus hijos por generaciones futuras, pero porque comieron del fruto prohibido, entonces, ellos no oyen
    su voz jamás, por ende, Él envió a su Hijo Jesucristo en su carne sagrada para ser oído por ellos siempre. Considerando que, esta relación maravillosa que nuestro Padre celestial había tenido con Adán y Eva, conocía que Él tendría luego esta
    misma relación con sus hijos, entonces, Él se gozaba de ella siempre cada día en el paraíso, porque ellos vivían en su imagen y a semejanza de su Hijo
    Jesucristo, que es la carne sagrada y su sangre expiatoria llena de vida eterna.

    Por lo tanto, nuestro Padre celestial necesitaba derramar de su amor infalible sobre sus hijos, porque su corazón lloraba, gimiendo en el reino angelical, buscándolos a ellos, como buscándote a ti hoy, que Él tuvo que derramarlo enteramente por fin,
    pero no en su carne pecadora—por ello su Hijo Jesucristo como Isaac necesitaba vivir en Canaán, y así, ellos oigan su voz siempre. Ciertamente, nuestro Padre celestial no solamente necesitaba a su Hijo Jesucristo nacido en Canaán como Isaac del
    vientre estéril de Sarah, pero igualmente, Él necesitaba su corazón santísimo, amándolos apasionadamente, instalado debajo de Canaán, porque Él
    desciende últimamente con su reino angelical a vivir con sus hijos, amándolo a Él nuevamente, pero
    amándolo únicamente a Él con su corazón santísimo, en donde jamás pecaron.

    Por eso, fue importante para nuestro Padre celestial sentarse a su Mesa santa a
    comer del pan y vino, que no solamente es servido por su Hijo Jesucristo a las huestes angelicales para mantenerlos santos y perfectos siempre, pero igualmente, él
    necesitaba servirle a Abraham para que Sarah dé a luz a Isaac finalmente en Canaán con la carne sin pecado. Ya que, esta es la carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria llena de vida eterna, reemplazando la carne pecadora y el
    espíritu de error, y así, Él poderle hablar a sus hijos, empezando con Adán
    y Eva, teniendo así con ellos una relación perfecta, oyendo ellos su voz, en su carne sagrada, en su Hijo, en donde no hay pecado jamás.


    Además, nuestro Padre celestial necesitaba derramar de su amor infalible de su
    corazón santísimo, como cuando su Hijo Jesucristo fue inmolado desde la fundación del mundo ante huestes angelicales, dándole vida a su nuevo reino, en donde no hay
    pecado jamás, pero Él necesitaba derramarlo enteramente sobre la carne sin pecado de Isaac, y así, tú seas enriquecido cada día junto con tus amados. Entendiendo que, en donde el pecado no existe entonces tú gozaras riquezas cotidianas de nuestro
    Padre celestial, entregadas ya por Él no solamente a Adán y a Eva y a cada hijo suyo de Israel y de las familias de las naciones, y así, ellos vivan una vida enriquecida, honrándolo a Él y su santo nombre sobre el monte santo de Jerusalén, en Canaá
    n.


    Verdaderamente, nuestro Padre celestial necesitaba su corazón santísimo muriendo cada día: oír y ver por el bienestar de sus hijos, pero era imposible, porque ellos vivían en la carne pecadora y en el espíritu de error, cuando ellos necesitaban
    estar en la carne sagrada y en su Espíritu Santo, para oír el llamado a que sus hijos amados regresen a la gloria celestial pronto. Ciertamente, fue importante para nuestro Padre celestial inmolar a su Hijo Jesucristo desde la fundación del mundo ante
    glorias angelicales, derramándolo enteramente luego sobre Canaán últimamente, porque las naciones necesitaban ver, cómo Él sufrió con su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo ver a Adán y a sus hijos abandonando su corazón herido en el paraíso,
    para que todos regresen a casa a consolarlo.


    Considerando que, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos de Israel y de
    las familias de las naciones regresando a Él y su dulce hogar, como el paraíso, pero ellos tenían que hacerlo así únicamente en la carne sagrada, que su Hijo Jesucristo
    nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah—de otro modo, es imposible para sus hijos ver vida nuevamente con Él. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba a sus hijos, empezando con Adán y Eva, regresando a su dulce hogar por su corazón
    santísimo y grandes bendiciones, que jamás dejo de amarlos, mas bien, su amor
    por ellos creció mucho más que antes, que Él gime por tenerlos de regreso a Él nuevamente, cuanto antes mejor, y así, Él jamás verlos alejarse de Él.


    Sin embargo, para nuestro Padre celestial hacerlo todo posible, entonces, Él necesitaba a su Hijo Jesucristo nacido en Canaán del vientre estéril de Sarah, por el Espíritu Santo, porque Él definitivamente derramaría del amor infalible de su corazó
    n santísimo por sus hijos sobre su carne sagrada, que jamás pecaría, ofendiéndolo, además, Él necesitaba llenar a Canaán con sus riquezas asombrosas—enriqueciéndote a ti siempre. Riquezas, poderes y glorias nacidas
    del corazón santísimo de
    nuestro Padre celestial, herido por ver a Adán y Eva con sus hijos vivir en una tierra diferente al paraíso, porque el deseo de su corazón fue siempre vivir con sus hijos glorias de su vida eterna, en donde dulzuras de su corazón
    santísimo por todos
    ellos pueden manifestarse grandemente, como nunca antes.


    Ya que, nuestro Padre celestial aun puede recordar esas glorias de días eternos y gloriosos de su vida eterna vivida con Adán y Eva junto con la esperanza de vivir con sus hijos naciendo en el paraíso, como ángeles santísimos, porque Él necesitaba
    reemplazar a los que Lucifer había engañado, siguiéndole a él en su rebelión en contra de su santo nombre fuegos. Estos hijos que iban a nacer de Adán y Eva, serian ángeles santísimos, perfectos y amorosos, así como Él lo es siempre,
    reemplazando los ángeles que Lucifer había hecho que pequen en contra de su santo nombre fuegos, y estos hijos naciendo como ángeles eres tú con los tuyos para amarlo a Él por poderes de su corazón santísimo siempre, empezando ahora mismo—
    bautizado.


    Por eso, es que tú tienes que bautizarte en agua, invocando la perfecta santidad de su nombre, como Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacobo, en
    donde tú renacerás perfecto y santo, así como Él lo es siempre en la gloria
    celestial, amándote
    con su corazón santísimo que jamás te ha abandonado hasta hoy, a pesar de tus muchos pecados. Visto que, nuestro Padre celestial amaría vivir contigo y con tus amados esos días gloriosos del paraíso, en donde Él realmente vivió
    su vida eterna,
    amando a sus hijos grandemente, que no solamente son Adán y Eva, pero tú también junto con tus amados, vecinos y amistades de las familias de las naciones, que necesitan todos ellos regresar a su dulce hogar ahora mismo.


    Ya que, esos fueron días maravillosos y gloriosos que nuestro Padre celestial nunca los olvidara, porque Él finalmente estaba viviendo con sus hijos nacidos
    de su imagen para vivir a semejanza de su Hijo Jesucristo, que es su cuerpo glorificado de la
    carne sagrada, los huesos inquebrantables y la sangre expiatoria, en donde su santo nombre fuegos es honrado por una eternidad entera. Ciertamente, estos días fueron maravillosos y gloriosos, que nuestro Padre celestial le gustaría
    tenerlos de regreso
    a Él, su Hijo Jesucristo y su Espíritu Santo en su reino angelical, como el paraíso, pero esto fue imposible inicialmente, porque Adán y sus hijos comieron del fruto prohibido, por ende, Él necesitaba rescatarlos de la carne pecadora, haciendo así
    que ellos regresen a Él sin pecado.


    A tiempo, nuestro Padre celestial creó cielo y tierra, y así, Él pueda tener
    a sus hijos regresando a Él, pero sin carne pecadora y sin espíritu de error,
    que Adán y Eva les dieron a ellos, comiendo del fruto prohibido, por ende, Él
    escogió a
    Canaán, en donde Él tiene a sus hijos regresando a vivir nuevamente esos días maravillosos y gloriosos del paraíso. Verdaderamente, Canaán es el paraíso en la tierra, porque nuestro Padre celestial te necesita regresando al
    paraíso en la gloria
    celestial con tus amados, vecinos y amistades del mundo entero, pero esto es imposible, porque el paraíso, en donde Adán y Eva vivieron con Él está lejos de ti, pero Canaán está cerca, bautizado en agua, tan cerca como la bañera en tu hogar.


    Entendiendo que, nuestro Padre celestial ahora tenía que derramar su corazón santísimo enteramente sobre su Hijo Jesucristo nacido como Isaac del vientre estéril de Sarah, por poderes del Espíritu Santo, y así, Él derramar sobre su carne sagrada y
    sangre expiatoria poderes del Juramento a Isaac, ayudando a sus hijos, como hoy
    en día, regresándolos al paraíso nuevamente, pero desde Canaán primero. Aquí es cuando, nuestro Padre celestial llamó a Abraham con Isaac al monte santo de Jerusalén,
    descansando sobre el Moriah (como tres días de camino, sobre una mula), ofreciendo a su único hijo Isaac, como ofrenda encendida a Él en la gloria celestial, porque Él estaba por derramar el sacrificio continuo de su Hijo Jesucristo en Canaán, y así
    , tú tengas salvación eterna siempre.



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