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Sábado, 16 de Febrero, 2019 de Nuestro Salvador Jesucristo, Guayaquil, Ecuador-Iberoamérica
(Cartas del cielo son escritas por Iván Valarezo)
EN SU JURAMENTO A ISAAC: TÚ OIRAS SU VOZ DE AMOR, GOZO, PAZ Y PROSPERIDAD CONTINUA, SIEMPRE:
Ahora, nuestro Padre celestial le habÃa dicho a Moisés que, si la casa de Israel oÃa su voz, cuando Él les habla con sus palabras perfectas y naturales
de su corazón santÃsimo, entonces, ellos serán su pueblo especial en medio de las naciones:
porque toda la tierra le pertenece a Él—y tú tienes que decÃrselos, le decÃa el Señor. Visto que, nuestro Padre celestial estaba listo para bendecir
a las familias de las naciones con sus palabras vivas, emanando de su corazón santÃsimo, porque Ã
ºnicamente en poderes y dones del EspÃritu Santo, fluyendo en todos ellos, cuando estén listos para oÃr sus palabras, bendiciéndoles, asà como Él siempre a deseado enriquecerlos con su naturaleza divina por una eternidad entera, empezando ya.
Considerando que, estos son los hijos que nuestro Padre celestial le habÃa prometido a Abraham de que nacerÃan en cautiverio para vivir por cuatrocientos
años, viviendo con poderes y dones del Juramento a Isaac para recoger cada pecado de las familias
de las naciones, para que ellos le puedan servir a Él, como sus sumos sacerdotes toda una vida eterna, siempre. Además, nuestro Padre celestial habÃa establecido un convenio muy importante de vida con Abraham, cuando Él mismo le entregaba a él la
roca de salvación, en donde él tenÃa que ofrecer tres sacrificios con dos palominos sin cortar, salpicándolo todo con sangre expiatoria: porque Él regresaba a él con su antorcha ardiendo de su altar por su amor eterno hacia sus hijos.
Por cuanto, estos eran los hijos que nuestro Padre celestial necesitaba nacidos
con poderes y dones del Juramento a Isaac en el cautiverio egipcio, recogiendo pecados de cada hombre, mujer, niño y niña de las familias de las naciones ya
en el infierno
cautivados, para que ellos los expÃen todos, y hasta que sean borrados de sobre la faz de la tierra eternamente. Dado que, nuestro Padre celestial habÃa
planeado empezar ya su perfecta salvación nacida de su corazón santo y palabras naturales de vida,
listas para bendecirlos a todos ellos instantáneamente, liberándolos asà de
poderes de Satanás y del infierno tormentoso: para que todos ellos entren finalmente a su perfecta voluntad, en donde conocerán al Padre perfecto que siempre buscaron en
sus vidas.
Y estos son los sumos sacerdotes que nuestro Padre celestial necesitaba para conquistar no solamente la cautivad egipcia de cuatrocientos años, pero igualmente, el Mar Rojo con cada bautismo, el desierto del Sinaà por cuarenta años, finalmente
descendiendo cautivados nuevamente al Valle de los huesos secos, para cautivar cada cautividad de todo infierno con ellos ascendiendo al monte alto con Moisés últimamente. Comprendiendo que, nuestro Padre celestial le habÃa declarado a Moisés, que é
l mismo regresarÃa al monte alto junto con todo Israel, sirviéndole a Él fielmente victorioso sobre el cautiverio egipcio, el Mar Rojo con sus bautismos, el desierto del SinaÃ, el Valle de los huesos secos, para finalmente conquistar a Canaán por su
nuevo reino de su perfecta voluntad hacia la gloria eterna.
Dado que, para nuestro Padre celestial conquistar la tierra, entonces, Él tenÃa que levantar la cautividad egipcia, el Mar Rojo con sus bautismos, el desierto del Sinaà y sus ministerios de poderes y dones del Juramento a Isaac,
el Valle de los huesos
y sus cautividades de naciones, pero únicamente, con sus hijos nacidos en Israel, destruyendo finalmente la naturaleza de Lucifer perpetuamente. Considerando que, al nuestro Padre celestial tener a todo Israel capturando cautividades del pecado
encontradas en las familias de las naciones, como cuando ellos mismos nacÃan en el cautiverio egipcio por cuatro siglos, luego bautizados enteramente en el Mar Rojo, caminaron por el desierto del SinaÃ: entonces, fue para convertir el
Valle de los
huesos secos en una fuente de dulzura eterna.
Visto que, nuestro Padre celestial con su Juramento derramado sobre Isaac, confirmado con Jacobo sobre el monte santo de Jerusalén, en Moriah, sellado como convenio de vida en Israel para las naciones, escapando la cautividad egipcia, el Mar Rojo y sus
bautismos, cautiverios del desierto del SinaÃ, cautiverios del Valle de los huesos secos, entonces, Él puede redimir la tierra entera eventualmente. Legalmente, para nuestro Padre celestial fue fácil conquistar el cautiverio egipcio, bautismos del Mar
Rojo, cautiverios del desierto del SinaÃ, cautiverios de familias de las naciones desde el Valle de los huesos seco, convirtiéndolo en fuente de vida, empero, conquistar Canaán con Israel fiel comiendo de la leche y miel ha sido aún más largo el
camino y duro hasta nuestros dÃas.
Dado que, nuestro Padre celestial necesita mantener su promesa entregada no solamente a Abraham y a su esposa Sarah, heredando Canaán y fluyendo con leche
y miel, pero igualmente, a los hijos viviendo en generaciones venideras junto con familias de las
naciones, para que ellos coman diariamente de su naturaleza divina, que es realmente leche y miel de vida eterna hacia la eternidad. Puesto que, esta es la manifestación de su nueva tierra, creada ya con palabras vivas del corazón
santÃsimo de nuestro
Padre celestial junto con su EspÃritu Santo, derramándose inicialmente sobre Isaac en el Moriah, y luego, sobre el monte Sion y su Lugar SantÃsimo nuevamente, en Canaán, salpicando sangre expiatoria de su Hijo Jesucristo nacido del vientre virgen con
tu misma vida eterna.
Comprobado que, aquà es en donde nuestro Padre celestial necesitaba tener a su
Hijo Jesucristo junto con su santo nombre clavado al madero, que en vida fue la
carne sagrada nacida del vientre estéril de Sarah como Isaac, por el EspÃritu
Santo, para
que postreramente entre en su Lugar SantÃsimo, renaciendo del vientre virgen y
salpicando sangre expiatoria con vida eterna para todos. Realmente, nuestro Padre celestial necesitaba tener al Israel antiguo no solamente nacido en cautiverio egipcio con
su Juramento a Isaac adquiriendo pecados del mundo entero, para abandonarlos luego en el Mar Rojo, y seguidamente, beber de las aguas amargas del Marah, endulzadas milagrosamente por el árbol del monte Sion, para beber abundantemente de la roca de
salvación agua viva para vivir eternamente enriquecidos.
Porque después que todo Israel habÃa cumplido con obligaciones sacerdotales, conduciendo cada ritual y ceremonia de perfecta santidad del Juramento a Isaac para nuestro Padre celestial, entonces, ellos tenÃan que ser mordidos por serpientes venenosas
para descender al Valle de los huesos secos, convirtiéndolo postreramente en una fuente de dulzura, renaciendo asà desde él todos ellos con la carne sagrada del convenio sellado. Ya que, nuestro Padre celestial solamente necesitaba un solo infierno de
tantos, tornado en fuente de dulzura, sanidad, bendiciendo y vida junto con el renacer de cada hombre, mujer, niño y niña, aunque ya sean todos ellos huesos
secos de siglos, entonces, ellos renazcan en su Lugar SantÃsimo, que es el vientre virgen del
cielo, salpicando sangre de su naturaleza divina siempre.
En otras palabras, nuestro Padre celestial ha trabajado a través de las generaciones con la casa de Israel, llevando su corazón santÃsimo, afligido con su EspÃritu Santo y con su Juramento a Isaac por la salvación postrera de
sus hijos, convirtiendo
asà el Valle de los huesos secos en uno con el Lugar SantÃsimo para que sus hijos vuelvan a vivir nuevamente. Ciertamente, nuestro Padre celestial necesitaba a Israel antiguo nacido en cautiverio egipcio por cuatro siglos, porque con el Juramento a
Isaac cada pecado es removido de las naciones desde el corazón de la tierra, tornando el infierno en un vientre dando vida nuevamente a sus hijos perdidos sobre el monte Sion y su Lugar SantÃsimo, salpicado con sangre expiatoria ya: destruyendo pecados
siempre.
Por eso, nuestro Padre celestial tuvo a su Hijo Jesucristo junto con su santo nombre fuego clavado al madero sobre el monte santo de Jerusalén, salpicando sangre expiatoria llena con tu misma vida eterna derrotando siempre a Satanás,
sus ángeles caÃ
dos junto con el ángel de la muerte, pero igualmente, él comió del pan y vino con todas las familias de Israel. Por eso, es que fue importante para nuestro Señor Jesucristo abandonar a Israel, porque él tenÃa que regresar al
Padre en la gloria
celestial para orar ante Él, y asÃ, Él envÃe a Israel y a las naciones de su EspÃritu Santo, que es el EspÃritu de verdad, guiándolos a todos ellos a toda verdad y justicia en todos sus dÃas, siempre.
Por ende, desde que nuestro Señor Jesucristo no solamente destruyó cada obra de Satanás, sus ángeles caÃdos junto con el ángel de la muerte, además, él habÃa comido del pan y vino con cada familia israelà sobre sus mesas de sus hogares,
entonces, él estaba listo para derramar su sangre expiatoria sobre el monte santo de Jerusalén y su madero eterno. Visto que, nuestro Señor Jesucristo necesitaba sus victorias selladas al madero del Israel antiguo sobre el monte santo de Jerusalén,
en Canaán, pero igualmente, él necesitaba romper la cortina separando los lugares santos del Lugar SantÃsimo, para que él pueda finalmente tocar a cada
uno de la casa de Israel yaciendo en el Valle de los huesos secos con su perfecta salvación
conquistada.
Considerando también, que nuestro Padre celestial solamente acepta a su Hijo Jesucristo, salpicando su sangre expiatoria, para romper el velo de arriba hacia abajo, entrando asà al Lugar SantÃsimo con toda la casa de Israel, vestidos en sus perfectas
victorias en contra de Satanás y la muerte: y por fin apasionadamente ellos fueron aceptados milagrosamente, como sus hijos legÃtimos para siempre. Por cierto, el momento que su Hijo Jesucristo derramó su sangre expiatoria al madero del Israel antiguo
sobre el monte santo de Jerusalén, entonces, la santidad entera del Lugar SantÃsimo salpicó a tierra, y en cada lugar del mundo entero igual: buscando por sus hijos perdidos, para que vuelvan a tener vida nuevamente, y esta vez abundantemente hacia
una nueva eternidad entera.
Entendiendo que, con la naturaleza divina de nuestro Padre celestial atrapada en su Lugar SantÃsimo del tabernáculo de reunión, descansando sobre el monte
santo de Jerusalén, en Canaán, entonces, su naturaleza divina desciende siempre en busca de
sus hijos (como tú hoy), encontrándolos siempre, entre las familias de las naciones, vistiéndolos con santidad perfecta, como Él mismo le hablaba siempre apasionado a Abraham. Por eso, es que cuando nuestro Señor Jesucristo salpicó su sangre
expiatoria al madero sobre el monte santo de Jerusalén, entonces, él lo hizo desde sus heridas por ti, como sus manos, pies y costados: porque estos fueron los lugares principales, en donde los israelitas fueron mordidos de serpientes venenosas antes
de descender al Valle de los huesos.
Sin embargo, nuestro Señor Jesucristo fue herido con clavos de bronce, corona de espinas y la lanza de los soldados romanos, porque él necesitaba descender a sus hermanos y hermanas con victorias del Juramento a Isaac en contra de Satanás y del ángel
de la muerte, pero igualmente, luego él ascenderÃa a la gloria celestial con todo Israel antiguo santificado para siempre. Por eso, es que fue importante para nuestro Señor Jesucristo regresar a la gloria celestial para sentarse junto con nuestro
Padre celestial, visto que, al derramar su sangre expiatoria victorioso sobre Satanás y la muerte para destruir el pecado del mundo entero finalmente, entonces, la santidad divina del Padre celestial desde el Lugar SantÃsimo se derramarÃa abundante
por todo Canaán una eternidad entera.
Esto fue algo importante de llevar acabo sobre el monte santo de Jerusalén y su Lugar SantÃsimo, como cuando su Hijo Jesucristo rasgo de arriba abajo el velo, derramando asà la santidad divina de nuestro Padre celestial sobre el Valle de los huesos
secos, destruyendo asà tinieblas por toda la tierra perpetuamente, pero igualmente, derramarla sobre Canaán enteramente sin parar y hasta hora. Considerando que, es únicamente en su naturaleza divina derramándose desde Él mismo sobre su Hijo
Jesucristo y su EspÃritu Santo, pero igual, sobre todo Israel, sin importar condiciones en sus vidas, porque Él los puede rehacer en un dÃa, como cuando Israel antiguo en el Valle de los huesos secos, para que vuelvan a vivir nuevamente, pero en su
cuerpo glorificado solamente, y por siempre.
Ciertamente, cuando nuestro Señor Jesucristo salpicó su sangre expiatoria al madero del Israel antiguo, descansando sobre el monte santo de Jerusalén, entonces, nuestro Padre celestial derramó de su EspÃritu Santo, que realmente, es su naturaleza
divina, descendiendo sobre ti continuamente: en donde el pecado falla siempre en dañarte nuevamente, como antes del bautismo, y asÃ, tú vivas bendecido, gozando tu vida diariamente. En otras palabras, si nuestro Señor Jesucristo no
hubiese muerto
clavado junto con su santo nombre fuego al madero del Israel antiguo sobre el monte santo de Jerusalén, entonces, el velo del Lugar SantÃsimo estarÃa aun en su lugar, separándonos de la gloria angelical y su bendición cotidiana, y además, el EspÃ
ritu Santo hubiese fallado en descender progresivamente hacia nosotros sobre la
tierra.
Sin embargo, desde que nuestro Señor Jesucristo derramó su sangre expiatoria de sus heridas en sus manos, pies y lados, entonces, el EspÃritu Santo se derramó sobre el monte santo de Jerusalén, además, descendió al Valle de los huesos secos, torná
ndolo en fuente dulce, vida, sanidad, paz, bendición, prosperidad y de riquezas insondables, y asÃ, toda familia conozca sólo vida y riquezas ya. Es
decir, también desde que nuestro Señor Jesucristo derramó su sangre expiatoria enteramente al
madero sobre el monte santo de Jerusalén, entonces, nuestro Padre celestial no
solamente emergió del Lugar SantÃsimo, derramando de su naturaleza divina sobre sus hijos yaciendo en el Valle de los huesos secos, pero igualmente, sobre ti, los tuyos,
vecinos y amistades cada dÃa sobre toda la tierra.
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